Lugares para vivir, lugares para visitar: una breve reflexión sobre tres regiones argentinas

Matías Adrián Gordziejczuk

INHUS (CONICET/UNMdP), GESPyT (FHum/UNMdP), Grupo Turismo y Territorio (FCEyS/UNMdP)

Tanto en el ambiente académico como periodístico, la crítica sobre la existencia de más de una Argentina es algo frecuente. “La desigualdad ha sido históricamente, y es en la actualidad, una característica elemental de las estructuras sociales” (Longhi, Bolsi, Paolasso, Velázquez y Celemín, 2013:104), de modo que formamos parte de una matriz territorial relativamente rígida, compuesta por fragmentos más y menos favorecidos, pese al cambio en los estilos de desarrollo. Para quienes trabajamos con Sistema de Información Geográfica (SIG), esta situación se ve claramente representada cuando, al activar o desactivar capas de información superpuestas que obedecen a distintos tiempos e indicadores sociales, se manifiesta una y otra vez el mismo patrón de distribución socioespacial. Hacemos referencia, por ejemplo, a las condiciones desfavorables que suele manifestar el Gran Norte argentino frente al área Pampeana o, dentro de esta última, la criticidad que puede llegar a denotar el Conurbano Bonaerense en comparación a otros lugares. Cada tipo de recorte territorial exhibe una “cara” de la realidad argentina, cuyas contradicciones y complejidades propias pueden revelarse si se amplifica o se juega con las escalas de análisis.

Si bien lo más común es que nos sumerjamos en este debate considerando variables como la pobreza, la calidad de vida, las características demográficas y la vulnerabilidad sociohabitacional de los hogares, en esta ocasión la propuesta consiste en reflexionar desde una dimensión de análisis particular y que tradicionalmente ha sido tratada como fenómeno excepcional o descontextualizado del orden social por creerse que poco puede aportar para su comprensión (Bertoncello, 2006). Se trata del turismo, una práctica social recreativa y conjunto de actividades económicas que, en el contexto actual de revalorización del ocio, sobrevaloración del consumo y acumulación de experiencias (Elizalde, 2010), pasa cada vez menos inadvertido entre comunidades y conjuntos poblacionales. Sea un factor o motor de desarrollo que atrae mano de obra y retiene personas en sus lugares de origen o un fenómeno que gentrifica territorios expulsando población y generando más problemas que soluciones (ambientales, culturales, económicos), el turismo influye cada vez más sobre la calidad de vida, a pesar de que recientemente la pandemia lo haya puesto en dudas.

Específicamente, diseñamos un índice de especialización turística (IET) departamental, compuesto por múltiples indicadores que aluden a dimensiones de análisis como la oferta de alojamiento, los atractivos turísticos y los intermediarios del sector público y privado, y lo correlacionamos con el índice de calidad de vida 2010 (también departamental) elaborado por Guillermo Velázquez y su equipo de trabajo (cfr. Velázquez, 2016), para apreciar desde un ángulo peculiar diferentes argentinas (cfr. Gordziejczuk, 2022). Mediante el manejo de ambos índices en un SIG, fue posible arribar a otra forma de representación de las disparidades inter e intrarregionales, evaluando la capacidad que posee el turismo de alterar o distorsionar esa matriz o patrón territorial tan arraigado en el país, y proponiendo una regionalización que a continuación se repasa.

El primer recorte que podemos apuntar es el que se caracteriza por poseer especialización turística y calidad de vida por encima de la media nacional. Este se sugiere como la Argentina de la fotografía panorámica. Para su representación en la Figura 1, seleccionamos un color verde vivaz o intenso, en alusión a contextos donde, siempre en términos relativos y asumiendo la inherente generalización que emana de la cartografía, se establecen condiciones óptimas de calidad de vida, que además incluyen una dotación, al menos mínima, de recursos y equipamientos que son valorados y usados turísticamente y sobre los cuales, creemos, la población anfitriona puede acceder en mayor o menor grado. Se podría decir que, como en ningún otro fragmento del territorio, aquí se adecúa la expresión propuesta por el antropólogo Jafar Jafari, que dice “un buen lugar para vivir es un buen lugar para visitar” (2012: v).

Figura 1. La Argentina de la fotografía panorámica

Fuente: Gordziejczuk (2022)

Como podemos observar, se trata de un conjunto de recortes espaciales dispersos por todo el territorio nacional y que cuenta con los atractivos turísticos más reconocidos a nivel interno y externo. Por las relativas condiciones favorables de calidad de vida que contiene la población local, quizás en estos lugares se cuenta con mayor predisposición a lucir desde un ángulo ampliado el contexto social donde precisamente se lleva a cabo la práctica turística. No solo se corresponde con lugares de turistificación más o menos reciente (últimas décadas en siglo XX en adelante), sino también, y en gran medida, con lugares que autores como Rodolfo Bertoncello (2006) y Elisa Pastoriza (2011) incluyen en sus narraciones sobre el mapa turístico tradicional y los espacios representativos del turismo tanto aristocrático como democratizado. Sin ánimos de exhaustividad, nos referimos a partidos que miran al mar, como General Pueyrredon, General Alvarado y Necochea; departamentos serranos y montañosos, como Calamuchita, Punilla, Los Lagos y Bariloche; distritos sureños valorados por su naturaleza y lejanía respecto a los principales centros emisores de turismo, como Ushuaia y Lago Argentino; municipios que son núcleos de aglomeraciones urbanas, como los llamados Capital en Mendoza, Salta y Tucumán, y -no olvidemos- emblemas nacionales como Iguazú y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

La segunda fracción que queremos señalar es denominada la Argentina de la lente ajustada, ya que, si bien la especialización turística se mantiene por encima de la media nacional, la calidad de vida de las comunidades locales no. En estos casos, la búsqueda del plano panorámico y la rotación de la cámara puede que simbolicen actos de incomodidad y provocación para los responsables (actuales e históricos) del bienestar social de las comunidades locales dada la posibilidad de revelar contrastes notorios entre los sitios puntuales donde concretamente se lleva a cabo la práctica turística y las áreas colindantes. En este sentido, la preferencia hacia la reducción de la profundidad y del campo de visión se vincula con la exposición o visibilización de determinados recortes del territorio estratégicamente seleccionados y acondicionados para el turismo.

En los casos de distritos que poseen un IET significativamente alto, es posible que asome una dinámica con rasgos similares a los de un enclave, donde el turismo se desarrolla en puntos específicos, de la mano de iniciativas privadas, generando exiguos beneficios o derrames sobre la mayor parte de la población local, tales como pueden ser la generación de empleos, el crecimiento de las inversiones en infraestructura, equipamiento y servicios públicos y el aumento de los ingresos. Por estos motivos, consideramos que la detección de tales unidades espaciales es importante para la focalización y planificación de un turismo más sustentable, responsable y socialmente aceptado. Retomando la cita de Jafar Jafari (2012), en este caso amerita reflexionar y cuestionar si todo buen lugar para visitar también es un buen lugar para vivir…

La Figura 2 exhibe que las provincias que congregan más muestras de esta categoría son Salta, Catamarca, Corrientes y Misiones. Lugares de renombre turístico como Cachi y San Ignacio forman parte de esta Argentina, sobre la cual en los últimos años se han revelado, por ejemplo, problemáticas ligadas al desalojo territorial de la población originaria para la construcción de viviendas de uso turístico o temporal[1]. Sin embargo, destacamos como paso paradigmático al departamento santiagueño Río Hondo por su amplia trayectoria turística y por albergar al emblema del termalismo argentino, la ciudad de Termas de Río Hondo. Respecto a este lugar, el estudio de Gómez Herrera, Vera y Villalba (2012) declara que las políticas públicas han dejado en evidencia la intención de insertar a esta localidad en el plano internacional a costa de configurar un enclave turístico que fractura al territorio local. En palabras de estas autoras:

“El enclave en el Departamento Río Hondo como producto es ofrecido a los turistas a través de paquetes que incluyen visitas guiadas, espectáculos artísticos y eventos deportivos. Sin embargo esta selección de ciertos lugares “para mostrar” implica un recorte de la ciudad, que excluye zonas o asentamientos espontáneos en condiciones de precariedad, emplazados a los márgenes de la ciudad de Las Termas a medida que avanzaba en su crecimiento” (Gómez Herrera, Vera y Villalba, 2012: 261).

Figura 2. La Argentina de la lente ajustada

Fuente: Gordziejczuk (2022)

La última porción territorial que desarrollaremos es la Argentina a espaldas de la fotografía, compuesta por dos asociaciones harto heterogéneas, como son, por un lado, la de especialización turística por debajo de la media nacional y calidad de vida por encima de la media, y, por otro lado, la de ambos índices inferiores al promedio nacional. Si bien la variable calidad de vida establece realidades sumamente desiguales, uno y otro comparten características como las de poseer escasez de recursos valorizados turísticamente y especialización en otras actividades productivas. Sin embargo, hay que señalar diferencias en cuanto a cuestiones como la accesibilidad física relativa y las capacidades humanas (habilidades, conocimientos técnicos, capital cultural) que colocan en una situación de mayor privilegio a los recortes territoriales de la componente mixta.

Lo anterior se correlaciona con disimilitudes en lo que respecta a distribución espacial y composición regional. Mientras que en la región Pampeana se concentran la mayor parte de los distritos con calidad de vida superior a la media nacional y especialización turística inferior a la media nacional (Figura 3), en las regiones Noreste Argentino (NEA) y Noroeste Argentino (NOA) predominan las dos situaciones en las cuales el nivel de calidad de vida es inferior a la media (Figuras 2 y 4). Para la representación de estas últimas, mutamos la rampa de colores hacia tonalidades rojizas, que son popularmente más asociadas con cuestiones problemáticas, llamativas o alarmantes. Contrariamente, utilizamos un verde menos intenso que el de la Figura 1 para incorporar en la Figura 3 a los lugares donde se instauran condiciones satisfactorias de calidad de vida, pero que están acompañadas por un escaso desarrollo turístico, que sugiere cierta debilidad en torno a alternativas de acceso a espacios de ocio y recreación variados. Una muestra de este tipo está compuesta por partidos bonaerenses que integran, irónicamente, la llamada Pampa Deprimida, caracterizada por Velázquez, Tisnés y Gómez (2014) como de paisajes agropecuarios, llanos y monótonos, con adversidades ecológicas por la alternancia de inundaciones y sequías, y escasez de recursos recreativos, tanto naturales como culturales. Se podría decir que, turísticamente, en esta clase de lugares no hay mucho que ofrecer, pudiéndose ceder paso nuevamente a la reflexión y al cuestionamiento: todo buen lugar para vivir, ¿es también un buen lugar para visitar…?

Finalmente, destacamos que como fragmento más extenso a espaldas de la fotografía sobresale en la Figura 4 el recorte territorial al que Longhi et al. (2013) refieren como un ‘núcleo crítico de extrema dureza’, integrado principalmente por las provincias de Formosa, Chaco, Santiago del Estero y Salta; aunque en este caso la contigüidad espacial se extiende hasta distritos de Jujuy, Tucumán, Santa Fe y Córdoba. Evidentemente, a los factores ampliamente conocidos que explican esta realidad, tales como la pobreza y la histórica exclusión de las comunidades originarias, añadimos la comparativa menor valoración popular de los rasgos naturales y culturales propios de estas áreas, y que influye en los bajos índices de especialización turística. Se trata de los territorios habitados por las sociedades más pobres y marginadas del país (Longhi et al., 2013), afectados por la falta de inversión y de economías diversificadas que incluyan al turismo (Bolsi y Meichtry, 2006). Como fragmento de menor superficie, destacamos el oeste del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por su peso demográfico y visualización como un bloque rectangular ‘compacto’ donde prevalecen niveles de especialización turística y calidad de vida inferiores a la media.

Figuras 3 y 4. La Argentina a espaldas de la fotografía

(3: IET bajo e ICV 2010 alto; 4: IET e ICV 2010 bajos)

Fuente: Gordziejczuk (2022)

En síntesis, la forma específica que adopta la configuración espacial de la relación entre especialización turística y calidad de vida (sumatoria de las Figuras 1,2,3 y 4) deja en evidencia la influencia de un orden social mayor, resultante de procesos que con el pasar del tiempo han plasmado y solidificado en el territorio un patrón de distribución general marcado por la existencia de fragmentos que exponen brechas o desigualdades. No es fácil escapar de la resistencia o rigidez que impone la matriz territorial construida social e históricamente (Longhi et al., 2013). Incorporar al debate un indicador alusivo al turismo no desdibuja significativamente tal patrón, de modo que entendemos que el turismo se adapta, refuerza o aporta a su consolidación. Cada Argentina expone el condicionamiento del espacio geográfico en términos de ventajas, oportunidades, obstáculos y/o restricciones. Consideramos que desplegar acciones que apunten a un turismo responsable (social, económica, cultural y ambientalmente) como opción de desarrollo en áreas de baja calidad de vida y enaltecer la calidad de vida (tanto en su dimensión socio-económica como ambiental) allí donde el turismo ya es una práctica común o extendida son aspectos de índole política para los cuales la focalización en la identificación de áreas puede resultar de apoyo.

 

Referencias bibliográficas

  • Bertoncello, R. (2006). Turismo, territorio y sociedad: el mapa turístico de la Argentina. En: Geraiges de Lemos, A., Arroyo, M. y Silveira, M. L., América Latina: cidade, campo e turismo (pp. 317-335). San Pablo: CLACSO.
  • Bolsi, A. y Meichtry, N. (2006). Territorio y pobreza en el Norte Grande Argentino. Scripta Nova X, nº 218(10).
  • Elizalde, R. (2010). Resignificación del ocio. Aportes para un aprendizaje transformacional. Polis, nº 25: 17 pp.
  • Gómez Herrera, A., Vera, A. y Villalba, A. E. (2012). La configuración de un nodo turístico: la transformación en Villa Turística del Embalse. Un caso paradigmático de poblaciones en renovación. Revista Digital de Población, Estado y Sociedad 6, nº 6: 239-276.
  • Gordziejczuk, M. A. (2022). Análisis espacial de la relación entre turismo y calidad de vida aplicado a los Departamentos/ Partidos de Argentina en los inicios del Siglo XXI. Tesis Doctoral. FaHCE-UNLP.
  • Jafari, J. (2012). A Nice Place to Live is a Nice Place to Visit. En: Uysal, M., Perdue, R. y Sirgy, J., Handbook of Tourism and Quality-of-Life Research. Enhancing the Lives of Tourists and Residents of Host Communities (pp. 5-7). New York: Springer.
  • Longhi, F., Bolsi, A., Paolasso, P., Velázquez, G. y Celemín, J. P. (2013). Fragmentación socioterritorial y condiciones de vida en la Argentina en los albores del siglo XXI. Revista Latinoamericana de Población 7, nº 12: 99- 131.
  • Pastoriza, E. (2011). La conquista de las vacaciones. Breve historia del turismo en la Argentina. Buenos Aires: Edhasa.
  • Velázquez, G. (comp.) (2016). Geografía y Calidad de vida en Argentina. Análisis regional y departamental (2010). Tandil: Centro de Investigaciones Geográficas.
  • Velázquez, G., Tisnés, A. y Gómez, N. J. (2014). Región pampeana: Geografía y bienestar según subregiones (2010). Geograficando 10, nº 2: 1-26.

 

[1] https://reddemediosmisiones.com.ar/contenido/35257/san-ignacio-invaden-territorio-mbya-para-construir-una-casa-de-fin-de-semana

Geoturismo: una nueva forma de realizar turismo en clave de Sustentabilidad. La experiencia del Parque Geológico Pun Antü, Balcarce

Noelia Aymara Padilla (CIEyS- UNMdP)

 

El concepto de geoturismo toma fuerza en la búsqueda de formas de turismo amigables con la naturaleza que se presentan como alternativas al turismo masivo.

En el panorama internacional, en los últimos años, se han llevado a cabo diferentes eventos en relación a este tipo de turismo, tal como la Primera Conferencia Internacional de Geoparques, llevada a cabo en 2004 en Beijing (República Popular de China), la Conferencia Bianual de Geoturismo, realizada en el Geoparque Unzen en Nagasaki (Japón), en el 2012. En América Latina a fines del 2022 se celebró la Sexta Conferencia de la Red de Geoparques de América Latina y el Caribe, en el Geoparque Mundial de la UNESCO Imbabura (Ecuador).

El término Geoturismo puede ser entendido, según Ruchkys (2007:32), como: “…un segmento de la actividad turística que tiene al patrimonio geológico como principal atractivo y busca la protección por medio de la conservación de sus recursos y de la sensibilización del turista, utilizando la interpretación para volver este patrimonio accesible al público y promover la difusión y desarrollo de las Ciencias de la Tierra” … Por lo cual, es posible afirmar que constituye una modalidad que promueve la educación ambiental y prácticas sustentables.

Dentro de las modalidades turísticas, el Geoturismo puede incluirse como parte del Turismo Alternativo y Turismo de Naturaleza. El primero de ellos constituye una categoría que “… tiene como objetivo la realización de viajes donde el turista participa en actividades recreativas de contacto con la naturaleza y las expresiones culturales de comunidades rurales, indígenas y urbanas, respetando los patrimonios natural, cultural e histórico del lugar que visitan” … (Ibáñez y Rodríguez Villalobos, 2017:18). Por su parte, el Turismo de Naturaleza incluye actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y sus expresiones culturales, con el compromiso de conocer, respetar, disfrutar y participar en la conservación de los recursos naturales y culturales (Secretaría de Turismo de México-SECTUR, 2006).

Es importante tener en cuenta que «…cualquier actividad turística que requiera la transformación dura del espacio o la creación de instalaciones y de determinados elementos mecánicos no sólo como apoyo a la estancia (alojamientos, sistema de transporte, etc.), sino como factor indispensable para la práctica, puede realizarse en la naturaleza, pero en ningún caso es motivada por ésta de forma directa, por lo que no podrá considerarse de naturaleza» (Barrado, 2001: 126). De esta forma, queda claro que existen prácticas turísticas en la naturaleza, aunque no necesariamente constituyen Turismo de Naturaleza.

Por otra parte, dentro del Turismo Alternativo, Ibáñez y Rodríguez Villalobos (2017) también incluyen al Ecoturismo, y el Turismo Deportivo y de Aventuras. El primero de ellos, según Barrado y Calabuig (2001), busca recursos naturales más o menos intactos y conlleva el disfrute, contemplación y conocimiento de esos recursos. El paisaje, la naturaleza o alguno de sus elementos es lo que genera el deseo de viajar. Tal como explican los autores, el uso debe realizarse de manera controlada con el fin de no degradar los recursos y la propia actividad turística debe convertirse en garante de su mantenimiento, generando beneficios que en parte puedan reinvertirse en la conservación y que permitan la supervivencia de las sociedades locales.

En relación al Turismo Deportivo y de Aventura, Barrado y Calabuig (2001), explican que involucran aquellas actividades deportivas o de aventuras en las que la naturaleza representa un papel importante, ya que provee de los elementos necesarios para su práctica y forma parte de la experiencia recreativa. “…Se trata, al igual que el ecoturismo, de actividades que sí pueden considerarse específicamente de naturaleza, puesto que parten de una valoración de ésta, pero con un carácter esencialmente lúdico frente al educativo y científico que caracteriza al ecoturismo” … (Barrado y Calabuig, 2001:126). Tanto el Ecoturismo como el Turismo Deportivo y de Aventura, pueden pensarse dentro del Turismo de Naturaleza.

La Tabla 1 presenta de manera sintética, las modalidades turísticas que se desprenden del Turismo Alternativo y el posicionamiento tipológico del Geoturismo. Así también, se acompaña la información con las actividades y finalidades de cada tipo de turismo, según la información recolectada por los autores citados.

Como se puede observar en la Tabla 1, dentro del Turismo Alternativo también queda incluido el Turismo Rural definido por la Organización Mundial del Turismo (OMT), como un conjunto de actividades que se desarrollan en el espacio rural, que exceden el mero alojamiento, y que pueden constituirse para sus habitantes en una fuente de ingresos, complementarios a los tradicionalmente dependientes del sector primario. A su vez, dentro del Turismo Rural pueden incluirse el Agroturismo, el Etnoturismo y el Enoturismo.

 

Los Geoparques como atractivos turísticos

 

A nivel territorial, el Geoturismo tiene su máxima representación con la conformación de Geoparques. La Asociación Geológica de Argentina, define a estos espacios como “…un territorio en el que sitios de importancia geológica o incorporados al patrimonio geológico de una región forman parte de un concepto integral de conservación, educación y uso sostenible orientado al desarrollo económico y cultural local, especialmente a través del turismo (geoturismo)” … (AGA,2020:1). A su vez, detalla que cada Geoparque debe presentar un conjunto de sitios de importancia internacional, regional y/o nacional, que pueden ser terrestres, marítimos o subterráneos, por razones científicas y educativas, rareza, estéticas o vinculadas a desastres naturales o al cambio climático. Es importante señalar que un Geoparque “… no es específicamente una nueva categoría de área o paisaje protegido y a veces puede ser muy diferente de lo que es un Parque Nacional o Parque Natural totalmente protegido y regulado (aunque no hay restricción a la superposición de límites)” … (AGA, 2020:2).

En la década de los años noventa la UNESCO originó la Red Mundial de Geoparques Nacionales (GGN), que proporciona una plataforma de cooperación e intercambio entre expertos y profesionales en materia de patrimonio geológico. Un Geoparque, para ser parte de la red, debe contar con un sistema de gestión y manejo eficaz del área y un programa de implementación. Estos deben ser velados por un organismo o asociación de gestión responsable y transparente, que cuente con una infraestructura eficaz, personal calificado y adecuado y apoyo financiero sostenido (AGA, 2020).

Es posible pensar en los Geoparques como atractivos turísticos. Tal como detalla Acerenza en Navarro (2015), los atractivos turísticos “…son los que determinan la selección, por parte del turista, del punto del destino de su viaje, y son los que generan, por tanto, una corriente turística hacia su localización” … (1984: 211). El autor mencionado explica que constituyen el principal motivo para que el turista visite el destino y son capaces de satisfacer las motivaciones primarias de viaje de los turistas. En este sentido, la categorización de geoparque promueve la construcción de atractividad en el territorio.

En Argentina, existen algunos ejemplos de Geoparques y Parques Geológicos que contribuyen al turismo regional. La diferencia entre ellos radica en que los segundos no pertenecen a la Red Global de Geoparques, por lo cual su funcionamiento no está regulado por la UNESCO. Sin embargo, los criterios de definición y sus objetivos son los mismos (Asociación Geológica Argentina, 2020). La Figura 1 permite localizar los geoparques y parques geológicos de Argentina, se destacan: Geoparque Bryn Gwyn (provincia de Chubut), Centro Paleontológico Lago Los Barreales (provincia de Neuquén), Reserva Natural Divisadero Largo (provincia de Mendoza), Parque Geológico Sanagasta (provincia de La Rioja), Geoparque Pillán Mahuiza (provincia de Neuquén).

Recientemente, y muy próximo a nuestro Partido de General Pueyrredon, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) en conjunto con la comunidad, impulsó la conformación del Parque Geológico Pun Antü en el partido de Balcarce (provincia de Buenos Aires). Actualmente posee un geocircuito compuesto por 6 geositios que promueven la valoración turística del Sistema de Tandilia.

 

Parque Geológico Pun Antü

 

En el año 2019 el Concejo Deliberante del partido de Balcarce (provincia de Buenos Aires, Argentina) aprobó la ordenanza de creación y reglamentación de funcionamiento del Parque Geológico Urbano Pun Antú, cuyo significado en lengua Pampa es Noche y Día. Esta iniciativa surge de la articulación entre proyectos de investigación y extensión, que desarrolló el Grupo de Investigación Geología Ambiental, perteneciente al Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (IGCyC) de la FCEyN, UNMdP.

Su gestión la lleva adelante el Municipio de Balcarce junto a una comisión asesora formada por científicos del IGCyC y de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNMdP (Camino et al., 2020). El geocircuito se denomina La Barrosa, tiene una longitud aproximada de 3,5 kilómetros y está basado en seis geositios detallados en la Tabla 2. La Figura 2 permite visualizar el sendero en color rojo, con los geositios numerados del 1 al 6 que unen Cerro El Triunfo con Sierra la Barrosa (Figura 3).

 

 

 

 

 

Podemos concebir a este geocircuito como sustentable, por un lado, porque promueve la puesta en valor turístico de sitios de importancia geológica y/o paleontológica del Sistema de Tandilia, en virtud de la educación ambiental, el conocimiento de la historia geológica regional y su conservación para las generaciones futuras. Por otra parte, tal como mencionan Río et al. (2017) dos de los geositios, corresponden a pasivos ambientales (canteras municipales inactivas). Se debe aclarar que la Ley 14343/12 en su Artículo 3 entiende por tal al “…conjunto de los daños ambientales, en términos de contaminación del agua, del suelo, del aire, del deterioro de los recursos naturales y de los ecosistemas, producidos por cualquier tipo de actividad pública o privada […] que constituyan un riesgo permanente y/o potencial para la salud de la población, el ecosistema circundante y que haya sido abandonado por el responsable.” Por tal, la puesta en valor turístico de estos paisajes, a partir del Geoturismo, constituye una forma de rehabilitación y refuncionalización de estos espacios, con la generación de beneficios económicos que acarrea el turismo.

Entendemos que es importante poner en la agenda turística el Geoturismo como un tipo de turismo alternativo al masivo (con su máxima representación en el Turismo de Sol y Playa), y aprovechar el beneficio de descomprimir la estacionalidad de los destinos, contribuir a la conservación del patrimonio abiótico y la educación ambiental. Para ello se vuelve necesario políticas y acciones que permitan identificar geositios presentes en el territorio por su valor geológico, geomorfológico y/o paleontológico; y promover el mejoramiento de la infraestructura en relación a los geositios, tal como el establecimiento de senderos interpretativos accesibles y amigables con la naturaleza.

 

Referencias bibliográficas

  • Asociación Geológica de Argentina (2020). Geoparques. Disponible en: https://geologica.org.ar/wp-content/uploads/2020/09/Geoparques.pdf (consultado: diciembre 2022).
  • Barrado, D. y Calabuig, J. (2001). Geografía mundial del turismo. Síntesis.
  • Camino, M., Gómez, R., Donna, R., Bo, M. J. y del Río, J. (2020). Pun Antü, un parque geológico del Sistema de Tandilia [ponencia]. XXI Congreso Geológico Argentino, Puerto Madryn, Chubut.
  • Camino, M., Gómez, R., Donna, R., Bo, M. J. (2022). Pun Antü, un Geoparque del Sistema de Tandilia. Provincia de Buenos Aires. Serie Correlación Geológica, 38 (2): 47–64. DOI 10.5281/zenodo.7738250.
  • Del Río, J., Martínez, G.; Halpern, K., Bocanegra, E.; Bernasconi, V. y Camino, M. (2017). Desarrollo de un geocircuito educativo, recreativo y deportivo en la ciudad de Balcarce: puesta en valor de la geodiversidad local [ponencia]. En Simposio 8 Patrimonio Geológico, Geoparques, Desarrollo Sostenible y Estilos de Vida Saludables, Tucumán, Argentina.
  • Ibáñez, R. y Rodríguez Villalobos, I. (2017). Tipologías y antecedentes de la actividad turística: turismo tradicional y turismo alternativo. En A. Ivanova y R. Ibáñez (Eds.), Medio ambiente y política turística en México Tomo I: Ecología, biodiversidad y desarrollo turístico (pp. 17-33). Instituto Nacional de Ecología, México.
  • Ley 14343 (2012) Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. https://normas.gba.gob.ar/documentos/BMyb8CaB.pdf
  • Navarro, D. (2015). Recursos turísticos y atractivos turísticos: conceptualización, clasificación y valoración. Cuadernos de Turismo, 35, pp. 335-357 Universidad de Murcia Murcia, España.
  • Organización Mundial del Turismo. https://www.unwto.org/es/turismo-rural (consultado: marzo de 2023).
  • Ruchkys, U. (2007). Patrimônio Geológico e Geoconservação no Quadrilátero Ferrífero, Minas Gerais: Potencial para criação de um geoparque da UNESCO [Tesis de Doctorado, Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil]. Repositório Institucional UFMG. https://repositorio.ufmg.br/handle/1843/MPBB-76LHEJ
  • Secretaria de Turismo de México (2006). Hechos y tendencias del turismo. Sectur, México D.F.
  • Valdés Peláez, L. (1996). El Turismo Rural en España. En A. Pedreño y V. Monfort (Eds.), Introducción a la economía del turismo en España (pp. 365-401). Madrid, Civitas.

 

 

 

Sobre la población de turistas en Mar del Plata y a propósito de si llegamos al millón…

Matías Adrián Gordziejczuk

INHUS (CONICET/UNMdP)- GESPyT (FHum/UNMdP)

Observo en mi calendario que finalizo la escritura de estas palabras un 21 de diciembre del año número 21 correspondiente al siglo 21. Más allá de esa coincidencia, lo importante de este día es que transcurre el solsticio que marca el comienzo del verano en el hemisferio Sur. El Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Capricornio y esto ocasiona la jornada con mayor duración de la luz diurna que tendremos de aquí a un año. Este hecho astronómico no solo representa el inicio de una nueva estación. Para ciudades como Mar del Plata, y otros centros urbanos de Argentina, este episodio se puede asociar con el comienzo, ya contundente, de lo que se conoce como la temporada turística alta, en alusión a que se producen los mayores volúmenes de desplazamientos humanos impulsados por necesidades como las de entrar en contacto con el mar, sentir el aire fresco y vacacionar.

Por otro lado, en el último aporte al eje Ciudadano de este Observatorio Ciudadano, Político y Electoral (OCPE), Sofía Ares (2021) nos explicaba que, si bien es posible escuchar cotidianamente que en Mar del Plata y el partido de General Pueyrredon habitan un millón de personas, ninguna estimación a 2020 sugiere una población que alcance, en número redondos, los 700 mil habitantes. En líneas generales, nuestra comunidad atraviesa desde los períodos intercensales correspondientes a la segunda mitad del siglo XX una desaceleración del ritmo de crecimiento, y esto se contrapone a tiempos anteriores, en los cuales la intensidad del crecimiento demográfico y urbano se debía en gran medida al turismo a través de factores como la migración estacional motivada por la búsqueda de empleo o la adquisición de un terreno, casa o departamento para la instalación permanente en la codiciada “Ciudad Feliz”.

De las dos observaciones hechas hasta aquí surge la pregunta que orienta este breve escrito: ¿cuántos podríamos llegar a ser en el partido de General Pueyrredon durante un día caluroso del expectante mes enero de 2022? Vale aclarar, en primer lugar, que la circunscripción a enero se debe a que es el mes de mayor afluencia turística y, en segundo lugar, que expectante no es una adjetivación caprichosa. Desde hace semanas, tanto los y las representantes locales como los medios de comunicación emiten declaraciones que dan la impresión de “vuelta a la normalidad (turística)”, por ejemplo, a partir de anuncios sobre próximos eventos culturales masivos y la no exigencia del pase sanitario para ingresar a Mar del Plata[1] (aunque sí se exigirá para asistir a acontecimientos que impliquen aglomeración de personas en espacios cerrados). Como bien sabemos, todo esto sucede luego de un primer verano de pandemia que afectó, entre tantos otros, también a los sectores dependientes del turismo, como son el hotelero, gastronómico, cultural, recreativo y del transporte.

Pero antes de buscar una respuesta a la pregunta formulada, es importante mencionar que, pese al avance de la ciencia y la tecnología, tanto para los organismos especializados en el turismo como para la academia, aún representa un desafío metodológico la producción de datos y estadísticas sobre cantidad de turistas que ingresan a un lugar. Como bien señalan José Andrés Domínguez, Antonio Aledo y Bernat Roig Merino (2016), estamos ante un tipo de población de naturaleza elusiva, caracterizada por una intensa movilidad territorial y, a raíz de ello, que es difícil de “atrapar/capturar” estadísticamente.

A pesar de lo anterior, sí es posible comentar que se cuenta con datos oficiales sobre el volumen de arribos con fines turísticos a la ciudad de Mar del Plata. Para la realización de este cálculo, el Ente Municipal de Turismo (EMTUR) contabiliza los arribos en función de los datos proporcionados por fuentes secundarias representativas de las diferentes vías de acceso que presenta Mar del Plata (empresas concesionarias de peajes, Torre de Control de la Terminal Ferroautomotora, Trenes Argentinos y Administración Nacional de Aviación Civil). No obstante, el último informe estadístico sobre indicadores de turismo que se halla disponible en el portal de datos abiertos de la Municipalidad de General Pueyrredon (https://datos.mardelplata.gob.ar/) concierne a la etapa prepandémica, y más específicamente al año 2018. Durante el mes de enero de ese año, 1.380.590 personas vinieron a Mar del Plata. Si se toman de referencia los datos equivalentes a los meses de enero de la década antecesora, dicha cifra se ubica dentro de los parámetros habituales (ver Tabla 1). Complementariamente, se puede añadir que, de ese total, el 77 % accedió en auto, el 18,1 % en ómnibus, el 2,4 % en avión y el 2,3 % en tren.

Tabla 1. Mar del Plata, arribos de turistas en el mes de enero entre 2007-2018

Año Arribos
2007 1.422.547
2008 1.337.838
2009 1.321.784
2010 1.411.820
2011 1.437.571
2012 1.463.852
2013 1.404.985
2014 1.422.550
2015 1.472.464
2016 1.381.896
2017 1.399.071
2018 1.380.590

Datos: Municipalidad de General Pueyrredon

Si bien el total de arribos mensual es el primer dato al que se accede, para responder a nuestro interrogante, basarnos en la cifra indicada en el párrafo anterior no sería correcto porque la misma refiere a un acumulativo del mes y no a un representativo diario. Lo mejor parece ser considerar el promedio diario de turistas estables. En el Segundo Informe de Monitoreo Ciudadano de la Red Mar del Plata Entre Todos, Bernarda Barbini et al. (2018) definen a este indicador como la cantidad de turistas que pernoctan en la ciudad en un momento determinado. Para enero de 2018 ese valor medio fue de 278.713 personas.

El punto a destacar es que si realizamos la sencilla tarea de sumar la última cifra mencionada y cualquiera de las opciones de proyección de población indagadas por Sofía Ares (2021), cuyo valor más alto corresponde a 684.322 habitantes en 2020, seguiríamos sin alcanzar el millón de personas, aunque nos aproximaríamos bastante (963.035). No obstante, hay que tener en cuenta que usar el dato sobre promedio de turistas estables diarios del mes no permite identificar la diferencia entre días laborales y fines de semana/feriados. Si solo se tienen en cuenta a estos últimos, varias notas de la prensa local correspondientes a la última década, y que difunden los registros del EMTUR, permiten aseverar que en momentos como los fines de semana de enero y otros fines de semana largos sí convivimos al mismo tiempo en este territorio más de un millón de personas.

Más allá del umbral simbólico del millón, lo importante es tener en cuenta que la distribución territorial de la población visitante amplifica la desigual densidad demográfica en el espacio local. Sabemos que nuestro principal atractivo turístico son las playas y que a gran parte de la población que elige vacacionar en Mar del Plata la encontramos día y noche a pocos metros de la costa, realizando quizás desplazamientos pendulares entre playas y alojamiento, visitando y usando lugares gastronómicos y recreativos situados en alguna de las centralidades que posee la ciudad.

El mapa 1 intenta aproximar una representación de esta situación. En él se localizan y confluyen datos relacionados a las dos formas de alojamiento que Juan Carlos Mantero, Leandro Laffan y Daniel Lefrou (2011) califican como turismo serviciado y turismo residenciado, en alusión a las posibilidades de contratar los servicios de un alojamiento hotelero o para-hotelero (cualquiera sea su tipo/categoría) o dormir en una residencia propia o alquilada, ya sea casa o departamento. Mientras que los puntos son establecimientos que, desde 2016 en adelante, han habilitado las autoridades municipales y, por tanto, se han promocionado desde el EMTUR; el gradiente de colores anaranjados atañe al total de viviendas particulares que, en 2010, se usaban para vacaciones, fines de semana u otros usos temporales, según radios censales (áreas o unidades administrativas de 300 viviendas aproximadamente, creadas por el INDEC para hacer operativo a los censos nacionales de población, hogares y viviendas).

Mapa 1. El alojamiento turístico en Mar del Plata

Fuente: elaboración personal en base a datos del EMTUR e INDEC (CNPHyV 2010)

De esta manera, queda en evidencia que la mayoría de las pernoctaciones turísticas se localizan en proximidad a la costa, habilitando el pensamiento y la reflexión sobre la configuración de, al menos, dos ciudades con dinámicas, características y conflictos particulares. En un sector, problemáticas como la congestión vehicular, la acumulación de residuos sólidos en las calles y el hacinamiento en playas, paseos costeros y áreas verdes; en el otro sector, la relativa menor presencia de servicios y equipamientos, la acumulación de basura en esquinas a lo largo de todo el año, y un transcurrir de los desplazamientos cotidianos que se trastoca con flujos hacia el sector anterior para prestarle servicio en labores tales como la hotelería, la gastronomía, los comercios, por nombrar algunas.

Pese a haberse convertido en una ciudad multifuncional, el turismo en Mar del Plata continúa ocupando un lugar primordial en la agenda política y en identidad local/nacional. Citando a Daniel Hiernaux y Carmen Imelda González (2014), la flexibilización de los calendarios y el consecuente turismo de estancias cortas conllevan a que la población visitante requiera ser vista como una categoría más de habitante, en el sentido de sucesión de individuos que día a día construye y reconstruye la ciudad y sus alrededores, resignificando espacios y lugares. Es sustancial tener en cuenta esta idea a la hora de planificar políticas que apunten a reducir la desigualdad territorial y atender el bienestar de turistas y locales por igual, seamos o no un millón de residentes en La Feliz.

 

Referencias bibliográficas

  • Ares, S. (2021). ¿Llegamos al millón? La población del Partido de General Pueyrredon: algunos aportes para el debate. En: OCPE. https://www.observatoriopolitico.com.ar/llegamos-al-millon-la-poblacion-del-partido-de-general-pueyrredon-algunos-aportes-para-el-debate/
  • Barbini, B., Castellucci, D., Cruz, G., Roldán, N., Corbo, Y. y Cacciutto, M. (2018). Turismo. En: Segundo Informe de monitoreo ciudadano: para saber qué ciudad queremos, necesitamos saber qué ciudad tenemos. Red Mar del Plata Entre Todos. https://www.mardelplataentretodos.org/informe
  • Domínguez, J. A.; Aledo, A. y Roig Merino, B. (2016). Dificultades epistemológicas y técnicas en encuestas a población elusiva: el caso de los turistas residenciales. Cuadernos de Turismo, n° 37, 135- 155.
  • Hiernaux, D. y González, C. I. (2014). Turismo y gentrificación: pistas teóricas sobre una articulación. Revista de Geografía Norte Grande, n° 58, pp. 55- 70.
  • Mantero, J. C.; Laffan, L. y Lefrou, D. (2011). Turismo residenciado- Turismo serviciado. Implicancias y alcances en Mar del Plata. Aportes y Transferencias 15, nº 2, 125-146.

Notas

[1] https://www.perfil.com/noticias/actualidad/mar-del-plata-no-exigira-a-los-turistas-el-pase-sanitario-como-requisito-para-ingresar-este-verano.phtml (Consultado el 20/12/21).