Jóvenes, participación política y democracia: percepciones y opciones electorales en jóvenes marplatenses

Dra. Mariana Pozzoni

INHUS (CONICET/UNMdP) – CEHis, UNMdP

 

La encuesta “Jóvenes, participación política y democracia”, realizada entre el 19 de septiembre y el 3 de octubre de 2025, recoge las opiniones de 304 jóvenes de entre 16 y 25 años, en su mayoría estudiantes de nivel secundario de la ciudad de Mar del Plata. [1] Los encuestados fueron consultados sobre distintos aspectos vinculados a su experiencia cívica, su relación con la política y sus percepciones acerca de la democracia.

El relevamiento fue realizado en diversos establecimientos educativos del nivel secundario, superior no universitario y, en menor medida, universitario de la ciudad de Mar del Plata por intermedio de colegas que aceptaron colaborar. Si bien existe un desbalance en términos de edad y un predominio de respuestas de estudiantes pertenecientes al ámbito privado, consideramos que el resultado es significativo y permite arrojar algunas impresiones sobre en el modo en que las nuevas generaciones se vinculan con la política, el voto y la idea misma de la democracia.

 

Características de la población encuestada

 

La muestra está compuesta por 304 jóvenes, de los cuales el 61,5 % (187) se identifica de género femenino, el 37,2 % (113) masculino y el 1,3 % (4) prefirió no decirlo. Casi el 95 % (288) del total residen en la ciudad de Mar del Plata.

 

Gráfico 1: Encuestados según género

Fuente: gráfico generado de forma automática por Google Forms a partir de las respuestas.

 

La edad de la mayoría de los encuestados está concentrada entre los 16 y 17 años que representan el 75 % del total (228), quienes a partir de la ley Nº 26.774/2012 de “voto joven”, están habilitados a votar, aunque todavía no tienen la obligación de hacerlo. Este dato resulta relevante, ya que muchos de ellos están viviendo sus primeras experiencias de participación electoral. El resto de la muestra se completa con un 16,4 % (50) de jóvenes de 18 y 19 años, y un 8,6 % (26) de jóvenes entre 20 y 25 años.

Una contundente mayoría asiste o asistió a escuela privada (81,9 %, 249) y una proporción menor declara trabajar (15,8 %; 48), en su mayoría de manera informal. Este perfil sociocultural sugiere que las percepciones expresadas en la encuesta pertenecen principalmente a un grupo de edad que combina formación escolar y socialización política reciente, así como también una pertenencia mayoritaria a los sectores medios.

 

Las ideas de los jóvenes sobre la democracia

 

La encuesta incluyó dos preguntas que permiten adentrarnos en la dimensión más simbólica de la relación de los jóvenes con la política, a saber: 1) “Elegí la opción que mejor expresa tu idea de democracia” y 2) “Completá la frase: el principal problema de la democracia es…”.

En relación con la primera, la mayoría de las respuestas reflejó una concepción formal de la democracia (61,2 %, 186 casos), entendida principalmente como un sistema basado en el voto y en las libertades políticas. Casi un tercio de los encuestados (32,9 %, 100 casos) se inclinó, en cambio, por una visión sustantiva de la democracia, que la asocia con la igualdad social y la garantía de derechos. Un grupo reducido (5,9 %, 18 casos) manifestó desinterés o falta de identificación con la democracia como forma de gobierno.

 

Gráfico 2: Concepción predominante de la democracia en los jóvenes encuestados

Fuente: gráfico generado de forma automática por Google Forms a partir de las respuestas.

 

Al ser interrogados sobre cuál consideran que es el principal problema de la democracia, cerca del 20 % de las respuestas incluyeron la corrupción. Esta percepción refleja desconfianza hacia la clase política y las instituciones del Estado, asociada a la falta de transparencia en la gestión pública y a la impunidad frente a los casos de malversación de fondos o enriquecimiento ilícito. En el contexto argentino actual, marcado por reiteradas denuncias en el espacio público, una profunda crisis económica y un clima de polarización política, la corrupción aparece como un factor que erosiona la legitimidad del sistema democrático y desalienta la participación ciudadana.

En segundo lugar, con poco más del 12 % emerge de las respuestas lo que sintetizamos en torno a la idea de “crisis de la ciudadanía democrática”, entendida como la dificultad para ejercer una participación política informada, crítica y responsable. Según las percepciones, este déficit ciudadano se manifiesta en diversos aspectos: la distorsión de la información y la manipulación mediática, que condicionan la formación de opiniones; la apatía y la falta de interés político, que debilitan el compromiso colectivo; y la escasa conciencia y responsabilidad a la hora de votar, que reduce el acto electoral a una práctica formal sin reflexión sobre sus consecuencias.

Finalmente, en un porcentaje menor (6,9 %), aunque también mencionado por un número significativo de encuestados, se destacan referencias a la desigualdad en el acceso a derechos básicos, la falta de alternativas políticas vinculada a la demanda de nuevos partidos y representantes, y la escasa tolerancia frente a ideas u opiniones diferentes. A ello se suma la dificultad para sostener políticas de largo plazo ante los cambios de gobierno, expresada a través de nociones como “inestabilidad”, “lentitud” o “ineficacia”.

 

La participación electoral de los jóvenes

 

Las elecciones del 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires

Poco más de la mitad de los jóvenes (53,9 %) declaró haber concurrido a votar, mientras que el 46,1 % no lo hizo. Al observar el segmento de 16 y 17 años —correspondiente al denominado “voto joven”— los porcentajes prácticamente se invierten, siendo poco más del 56 % quienes no concurrieron a votar. [2] Las tres razones más mencionadas por quienes se ausentaron muestran una distribución relativamente equilibrada, con alrededor del 16 % de las respuestas en cada una. En primer lugar, destaca la falta o los errores de inscripción en el padrón electoral y el desinterés (“no me intereso y no conozco sobre política”, “no tenía ganas”). Estas expresiones reflejan una temprana desafección política, alimentada por el desencanto hacia las figuras públicas y la percepción de que la participación no produce resultados concretos (“me parece que los políticos son todos iguales y no veo cambios”, “no creo que cambie nada”). Un tercer grupo alude a la falta de información sobre las propuestas y los candidatos, especialmente entre quienes reconocen no haber formado aún un criterio propio. Estos jóvenes manifiestan ser conscientes de la responsabilidad que implica el ejercicio del voto y consideran que, al no ser obligatorio, prefieren abstenerse hasta sentirse más preparados (“no estaba lo suficientemente informada como para ir a elegir el destino del país”, “era mi primer voto y no tenía mucha idea de lo que quería, no tenía esa seguridad”). Un cuarto grupo que representa el 10 % de los encuestados, menciona simplemente no haber ido a votar por no ser obligatorio.

En conjunto, estas respuestas sugieren que el ausentismo juvenil no responde a una única causa, sino a una combinación de factores estructurales (falta de información, dificultades institucionales) y subjetivos (apatía, desconfianza, desencanto).

Al ser indagados por su opción electoral en los comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, los 164 encuestados que asistieron a votar el 42,1 % (69) eligió a la fuerza oficialista a La Libertad Avanza, el 22 % (36) a Fuerza Patria, el 11,6 % (19) a otra fuerza política diferente a las incluidas en las opciones, el 9,1 % (15) a Acción Marplatense, el 6,1 % (10) a Nuevos Aires, el 5,5 % (9) en blanco y, finalmente, el 3,7 % (6) al Frente de Izquierda y de Trabajadores.[3]

 

Gráfico 3: La opción de voto en los comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires entre los jóvenes encuestados

Fuente: gráfico generado de forma automática por Google Forms a partir de las respuestas.

 

Expectativas de cara a las elecciones del 26 de octubre

Al consultar sobre la intención de voto en las elecciones nacionales del 26 de octubre, se observó un incremento significativo en la disposición a participar ya que el 75 % de los encuestados manifestó que concurrirá a votar. Se trata de 223 jóvenes, 59 más que en los comicios del 7 de septiembre (se registran 66 nuevos votantes, pero 7 jóvenes que asistieron el 7/9 no lo harán el 26/10). Este aumento, de poco más de veinte puntos porcentuales, podría interpretarse como una muestra de la mayor relevancia que los jóvenes atribuyen a las elecciones nacionales, en las que se eligen autoridades de mayor jerarquía y, por lo tanto, a la percepción de un carácter más decisivo del proceso electoral.

Entre quienes manifestaron que no asistirán a votar el 26 de octubre, las razones se agrupan de forma similar a las observadas en septiembre: dificultades logísticas (“estaré fuera”, “no tengo DNI actualizado”); desinterés (“no me interesa ir a votar”, “no quiero ir”,); desconfianza y falta de opciones (“no creo en ningún partido”, “no me convence ningún partido”); falta de información (“no tengo mucho conocimiento sobre la política, no me parece ir a votar sin saber”, “porque no me informe sobre políticos o políticas y prefiero no votar”), la no obligatoriedad del voto para los jóvenes de 16 y 17 años (“prefiero ir a votar el día que sea una obligación y tenga una postura con la que me sienta cómoda”). En algunos casos, se expresa un desencanto más profundo (“sinceramente ninguno de los candidatos me agrada y no creo que vayan a hacer algo bueno para el país”). En sintonía con la falta de información expresada, cabe destacar que el 18,4 % (56 casos) expresó no conocer en qué consiste el sistema de Boleta Única de Papel y un 26,6 % (81 casos) dijo no saber qué se elige en esta oportunidad. Esta cifra coincide con el número de encuestados que manifestaron que no irán a votar.

Al proyectar la intención de voto las preferencias no evidencian cambios sustanciales en términos numéricos respecto de las elecciones pasadas. El cambio más relevante se relaciona con el porcentaje de indecisos que alcanza el porcentaje más elevado (37,2 %, 83 casos), seguido por La Libertad Avanza con un 34,5 % (77 casos), Fuerza Patria con un 15,7 % (35 casos) y otras fuerzas políticas no incluidas entre las opciones sugeridas, con un 6,3 % (14 casos). Finalmente, el Frente de Izquierda y de Trabajadores y el voto en blanco registran, respectivamente, un 3,1 % (7 casos) cada uno.

 

Gráfico 4: La intención de voto para las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre próximo entre los jóvenes encuestados

Fuente: gráfico generado de forma automática por Google Forms a partir de las respuestas.

 

En una primera aproximación impresionista, observamos que el número de indecisos se corresponde prácticamente con el incremento de nuevos votantes (quienes no asistieron a la elección anterior, 66 casos), a ellos se suman aquellos jóvenes que habían elegido fuerzas políticas locales que no se presentan en el orden nacional (Acción Marplatense y Nuevos Aires, que sumaron entre ambos 25 votos), lo que daría un total de 91 casos. Sin embargo, al indagar en profundidad, identificamos que muchos jóvenes que habían votado a determinada fuerza política en septiembre, manifiestan ahora su indecisión, mientras varios nuevos votantes optan por alguna fuerza política, dentro de las cuales se destaca la opción por La Libertad Avanza.

Tabla 1: Evolución de la intención de voto, el electorado indeciso y los nuevos votantes entre las elecciones del 7/9 y 26/10 de 2025

 

Elección

7/9/2025

Elección 26/10/2025 Nº de indecisos respecto de la elección anterior Nº de nuevos votantes
La Libertad Avanza 69 77 12 22
Fuerza Patria 36 35 7 3
Otra fuerza política 19 14 9 4
Acción Marplatense 15

 

——–

10

 

———

Nuevos Aires 10 ——— 9 ———
En blanco 9 7 2 2
Frente de Izquierda y de Trabajadores 6 7 2 3
No sabe a quién votar 32 32
TOTAL 164 223 83 66

 

 

Fuente: elaboración personal a partir de las respuestas.

 

En síntesis, los resultados de la encuesta, sin ser exhaustiva ni representativa del total de jóvenes de la ciudad, permiten reconocer una juventud atravesada por tensiones entre el interés y el desencanto político, entre la adhesión formal a la democracia y, en menor medida, la demanda de una democracia más sustantiva. Si bien una parte significativa de los jóvenes expresa desconfianza hacia las instituciones y percibe en algunos casos su participación como poco efectiva, también se advierte una disposición creciente a involucrarse en los procesos electorales, especialmente en los comicios nacionales del 26 de octubre, con una inclinación mayoritaria por La Libertad Avanza. La alta proporción de indecisos puede explicarse, en parte, por tratarse en su mayoría de votantes jóvenes, quienes protagonizan las primeras experiencias de votación y evidencian estar atravesando un proceso de formación cívica activo, donde la información, la educación política y las oportunidades de participación resultan factores clave para fortalecer su vínculo con la democracia. En este sentido, el estudio aporta indicios valiosos sobre los desafíos que enfrenta la construcción de ciudadanía democrática entre las nuevas generaciones marplatenses.

 

Notas

[1] En 2023 también realizamos una encuesta sobre voto joven como parte de las tareas de observación electoral que venimos realizando en General Pueyrredon. Véase https://observatoriopolitico.com.ar/jovenes-y-politica-a-40-anos-de-la-recuperacion-democratica-en-la-argentina/

[2] Se trata de un porcentaje menor a la participación registrada en General Pueyrredon (59,36 %) que evidenció, a su vez, una disminución respecto a los comicios legislativos de 2021 (66,39 %). Datos disponibles en https://resultados.eleccionesbonaerenses.gba.gob.ar/participacion/2/50/40

[3] Estos porcentajes resultan solo parcialmente similares a los arrojados por el escrutinio general en General Pueyrredon: La Libertad Avanza (38,14 %); Fuerza Patria (20,44 %); Acción Marplatense (19,2 %); Nuevos Aires (14,62); Frente de Izquierda y de Trabajadores (2,2 %) y votos en blanco (5,77 %), disponibles en https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/docs/resolucion-aprueba-escrutinio-2025.pdf

Encuestas electorales en debate

 Augusto Bianchino (UNMdP)

«Una encuesta no dice lo que la gente piensa, sino lo que la gente dice»

Schuster, 2003

 

Pronósticos y resultados

Varios fueron los pronósticos fallidos en las vísperas de las elecciones generales de octubre de 2015. Realizados por consultores políticos y analistas de opinión pública mediante resultados de encuestas electorales, estos magros vaticinios generaron una crítica masiva que estuvo mal direccionada en cuanto al objeto de la misma: la encuesta.

Debe tomarse nota que dichas críticas fueron realizadas por los medios de comunicación, quienes por su parte son los principales difusores de las predicciones electorales. Periodistas, opinólogos, panelistas, convirtieron en blanco de sus ataques “críticos” a la confiabilidad de los instrumentos metodológicos que permiten desde mediados del silgo pasado realizar análisis empíricos sobre el fenómeno social del voto. A salvo de las descalificaciones estuvieron los propios medios de comunicación de los cuales forman parte y que hacen uso sesgado de los resultados predictivos de las encuestas electorales, estudios que en muchos casos son financiados por dirigentes políticos con la intención de mejorar su posición e imagen en connivencia con consultores y operadores mediáticos (Cabrera, Musolino y Taquino 2016).

Al hablar de encuestas es necesario discernir entre estudios fundamentados científicamente, capaces de presentar resultados corroborables y válidos, y aquellos estudios que son construcciones dirigidas hacia la generación de opinión pública, con altos niveles de sesgo y poco sustentables en sus resultados. Si bien en la literatura especializada la capacidad de prognosis de las encuestas preelectorales no ha sido suficientemente tratada aún, diversos autores  coinciden en tratar esta cuestión vinculándola a la influencia que tienen la difusión de resultados de encuestas sobre la población objetivo (electorado) y la opinión pública. De esta forma, puede ordenarse el debate sobre las predicciones erradas para las últimas elecciones generales de nuestro país, en dos posibles dimensiones: por un lado la investigación empírica sobre el fenómeno social del voto (Brandy, 2000) y, por otro lado, la relación entre instrumentos generadores de opinión pública y los medios comerciales de comunicación (Donoso y otros 2005, Wert 2000).

 Predicción

El análisis de la intención de voto mediante encuesta electoral intenta, entre otras cuestiones, predecir el voto efectivo que realizan los electores, y a diferencia de otros tipos de encuesta, cuenta con la ventaja de contrastar su vaticinio con los resultados de los comicios. Pero esta instancia de corroboración no debe confundirse con la validez metodológica del estudio que presenta un pronóstico electoral. Puesto que estudios de gran calidad metodológica no han arribado a predicciones correctas mientras que encuestas poco fiables metodológicamente han acertado con gran precisión (Acosta, Jorrat y Pérez Lloveras 2000). Sin desconocer que a mayor rigurosidad metodológica menor probabilidad de error posee el estudio.

Como es sabido, no hay técnica que permita capturar los fenómenos sociales como si estos fueran un todo coherente de una realidad externa asible por la capacidad de la técnica. Claro está que el problema no es la técnica sino la naturaleza ontológica del fenómeno. Así, en el caso de la intención de voto la técnica permite construir un patrón o esquema que facilita al investigador la interpretación del fenómeno social del voto, pero nunca una predicción absoluta a modo de ecuación matemática. Surge entonces la cuestión de la capacidad del investigador, es decir, de aquel que pone en práctica la técnica, en nuestro caso, la encuesta electoral. Vemos ahora como aquella crítica sobre la falibilidad predictiva puede comenzar a desplazarse del método al investigador. Esto es así porque la intención de voto, como todo dato empírico, es interpretación.

La predicción electoral es en gran medida una interpretación del investigador (con mayor probabilidad de acierto a mayor rigurosidad en el método). Y por otro lado, no se puede pretender que la encuesta brinde más de lo que tiene para dar. “Un pronóstico electoral no puede prescindir del análisis político y sociológico del investigador” (Brandy, 2000:137). En síntesis, cuando la encuesta electoral es construida e instrumentalizada correctamente, y los resultados procesados (interpretados) mediante hipótesis teóricamente fundadas, surgen diagnósticos que, en muchos casos, cuentan con la formulación de pronósticos. Si no se comprende la complejidad de este proceso analítico puede caerse en la simplificación de que son las encuestas las que realizan los pronósticos y no quienes aplican esta técnica (Cabrera, Musolino y Taquino, 2016). De modo tal que no es raro encontrarnos en los medios comerciales de comunicación que los debates actuales giren en torno a la fiabilidad de la encuesta en lugar de discutir la capacidad analítica de aquellos que la implementan.

Actores del proceso

Cuando observamos la realización de un estudio o sondeo para conocer las características y opiniones de una población, es preciso reconocer quienes son los que intervienen en el proceso. Como fue dicho anteriormente, los resultados de un sondeo son el producto de la interpretación del analista sobre los datos recogidos por una encuesta. Pero no todos los análisis de opinión pública e intención de voto son con motivo de contribuir al acervo de conocimientos de las ciencias sociales de nuestro país. Es necesario tener presente que los resultados y análisis de encuestas electorales llegan a la población a través de los medios de comunicación, y que estos estudios son encargados a los analistas o bien de los mismos mass media o bien por algún dirigente político.

No es sólo el investigador y su equipo los que intervienen en el proceso de construcción e interpretación de los resultados, sino que nos encontramos al menos con dos actores más, los medios de comunicación y los sectores políticos que encargan los estudios, ya sea para conocer la opinión de la ciudadanía o para saber cuáles son las opciones electorales preferenciales. “Cuando las predicciones no se cumplen los mass media logran su cometido, forjando -entre otros efectos- una fuerte crítica hacia las encuestas. Sin embargo, los ataques apuntan sólo a la técnica, y no a los restantes y necesarios partícipes del proceso” (Cabrera, 2010:3). Nuevamente y con más fuerza, podemos encontrar motivos para desplazar la crítica centrada en la encuesta hacía los actores que intervienen en la construcción y divulgación interesada de este tipo de información.

General Pueyrredon

En el distrito local el debate no varió sustancialmente. Los yerros que se suscitaron en las predicciones locales fueron presentados por los operadores mediáticos como errores de método: la encuesta predijo mal. No es objeto de este artículo comparar resultados efectivos, sino contribuir al debate de la capacidad predictiva de los estudios electorales. Baste con aclarar que en el partido de General Pueyrredon se presentaron predicciones previas a las generales de octubre 2015 que incluso daban por ganador al candidato que luego fue derrotado en las urnas.

Los límites y alcances de la capacidad de predicción de los estudios electorales no están necesariamente en relación con la población objetivo. Pero el caso de General Pueyrredon presenta algunas características que destacan la complejidad de su electorado. El padrón electoral del partido es mayor al de varias provincias argentinas, lo que implica la construcción de un muestreo estadístico amplio mayor a los 400 casos usuales según estiman los manuales. La heterogeneidad de sectores socioeconómicos que se encuentra de un barrio a otro o incluso dentro de un mismo barrio dificulta aún más la construcción de una muestra adecuada. Tanto es así que la aplicación de muestreos aleatorios probabilísticos no garantiza la representatividad de la muestra. Estos son algunos de los elementos que deben tenerse en cuenta y es aquí donde la pericia del investigador es definitoria, sólo la experiencia en el campo puede brindar el criterio suficiente para alcanzar un estudio muestral que pueda extrapolarse al universo.

Otra cuestión de fondo, que aun contando con precisión y rigurosidad en la instrumentalización de la encuesta recae en el criterio del realizador del estudio, es la composición de la escena política local. Es de esperar que un caudal de votos tan amplio como el que se disputa en este distrito, tenga un correlato de complejidad en la conformación de los sectores políticos y sus alianzas. Arroja luz sobre este tema el mapa de configuraciones políticas construido por el Observatorio Ciudadano Político y Electoral de la UNMdP donde se grafican las intrincadas relaciones del campo político marplatense.

El debate en Argentina sobre la capacidad prognóstica de las encuestas electorales no es actual, del mismo modo que los desaciertos predictivos no sucedieron sólo en las elecciones generales de 2015. Desde el caso Otaegui (Somos, 1993) hasta la actualidad existen casos de predicciones  desacertadas, aunque la balanza entre los pronósticos errados y los aciertos se vuelva a favor de las predicciones correctas.

Los medios de comunicación son quienes se precipitan rápidamente a publicar los análisis errados y las impericias centrando la atención de los errores en el método y no en el especialista (Cabrera, 2010). De manera tal que no es sobre el realizador de la encuesta que recae la responsabilidad, sino sobre el método, técnica, instrumento, o como se lo quiera denominar. Por su parte, sociólogos, politólogos y especialistas en general no han tenido la capacidad o la posibilidad en muchos casos de hacer frente a estos embates y a la necesaria defensa del método.

Ante el reduccionismo de las críticas mediáticas sobre la capacidad predictiva de las encuestas electorales pueden ser esclarecedoras las palabras de uno de los padres fundadores de este tipo de estudios en nuestro país: “las encuestas electorales, en los últimos veinte años, pronostican mejor los resultados electorales que los pronósticos meteorológicos los propios, los macroeconómicos los suyos y los bursátiles los de su tema. Pero, por sobre todo, pronostican mejor que cualquier analista político periodístico, para no hablar de los mismos políticos” (Mora y Araujo, 2005:494).

Bibliografía

  • Aceves González, Francisco de Jesús (2007): “Encuestas y elecciones presidenciales de 2006: instrumento de investigación mercadotécnica y/o vaticinio electoral”, en Nóesis, Volumen 16, Nº 31, Ciudad Juárez, México.
  • Acosta, Luis; Jorrat, Jorge Raúl y Pérez Lloveras, Daniela (2000): «Precisión de las encuestas pre-electorales en Argentina: elecciones presidenciales de 1995 y 1999», en Revista Argentina de Ciencia Política, Número 4, página 57, Buenos Aires, Diciembre.
  • Cabrera, Daniel (2010): “En defensa de las encuestas”, en PostData, Volumen 15, Número 2, Buenos Aires, Octubre.
  • Daniel Cabrera; Sabrina Musolino; Belén Taquino (2016): “Midiendo la precisión de encuestas electorales”, en Métodos, metodologías y nuevas epistemologías en las ciencias sociales: desafíos para el conocimiento profundo de Nuestra América, 2016, ISSN 2408-3976.
  • Donoso, Sofía y otros (2006): Los estudios electorales, sus metodologías y capacidad predictiva, en Némesis, Nº 5, Santiago de Chile.
  • Mora y Araujo, Manuel (2005): El poder de la conversación, La Crujía, Buenos Aires.
  • Revista Somos (1993): «¿Qué le pasó, Javier?», en Somos, página 64, Buenos Aires, 4 de Octubre.
  • Wert, José Ignacio (2002): “No le contéis a mi madre que hago encuestas políticas. Ella cree aún que soy pianista en un burdel”, en Revista Española de Investigaciones Sociales (REIS), Número 99, Madrid.