Fernando Manuel Suárez
Polarización: ¿nacional o local?
Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) se desarrollaron este año por tercera vez desde su implementación. Este turno ha mostrado la reafirmación de ciertas tendencias anunciadas en los anteriores como también algunas novedades, muchas de las cuales derivan, en parte, de la adaptación de los actores políticos a las nuevas reglas del juego. En lo local, las PASO arrojaron un resultado que reflejó en gran medida la polarización nacional entre el Frente Para la Victoria (FPV) y el novel frente Cambiemos (PRO, UCR y Coalición Cívica).
Gustavo Pulti, tras años de mostrar su afinidad preservando la autonomía de su fuerza de origen vecinalista, pegó su boleta a la del FPV y rubricó un acuerdo con el peronismo local para constituir el Frente Marplatense con una única candidatura a la intendencia. El actual mandatario municipal obtuvo un 28% de los votos (97.622), lo que implicó una pérdida con respecto a las PASO de 2011 de más de 15 mil sufragios y más de 5 puntos porcentuales. No obstante, el espacio oficialista muestra una considerable recuperación con respecto a la elección legislativa de 2013 en la que no superó el 20 %.
Carlos Arroyo dio un doble ‘batacazo’ en esta primera vuelta electoral: derrotó tanto a su contendiente en la primaria, la radical Vilma Baragiola, como al intendente Pulti. Arroyo superó las expectativas ampliamente porque, si bien se esperaba, según las últimas encuestas, que fuera vencedor dentro del espacio Cambiemos, la amplitud de su victoria sobre Baragiola (más de 40 mil votos) y su clara primacía por sobre todo el resto de los candidatos estaba fuera de los cálculos. De esta manera, venció con contundencia a la gran vencedora de las elecciones de 2013 y al intendente de General Pueyrredón con más de 110 mil votos y un 32% sobre el total de los sufragios.
Resulta difícil corroborar si la tendencial polarización marplatense se debió a un efecto de la política local o, por el contrario, fue fruto de los resultados políticos nacionales. Lo cierto es que en Gral. Pueyrredón Cambiemos ganó con claridad todas las categorías nacionales (38% contra 31% del FPV para presidente y vice) y provinciales (Vidal obtuvo el 42% frente al 32% del FPV). Lo mismo ocurre si computamos los resultados de la coalición a nivel local sumando los votos obtenidos por sus dos candidatos (Cambiemos a nivel local superó el 50% de los votos). Pulti, por el contrario, sufrió una merma importante de los votos obtenidos por las listas nacionales y provinciales. A modo de ejemplo, Daniel Scioli superó en más de 10 mil votos los del candidato a intendente. A nivel local la lista UNA no tuvo la misma fuerza que a nivel nacional y provincial, y entre el Frente Marplatense y Cambiemos concentraron casi el 80% de las preferencias electorales a nivel local.
¿Lo importante es competir?
Las PASO del año 2015 han mostrado una mayor propensión a la competencia dentro de cada espacio, tal y como promueve la normativa vigente. Contrario al escenario de 2011 en que, por lo general, los actores partidarios prefirieron evitar la competencia dentro de las coaliciones, en 2015 se vio una mayor vocación por dirimir los candidatos mediante este mecanismo. En algunos casos se trató de una estrategia explícita, en otros se trató de un efecto no deseado tras una serie de negociaciones truncas, en la mayoría una mezcla de ambas.
De las cinco fuerzas que traspasaron el umbral electoral impuesto por las PASO cuatro utilizaron esa instancia para dirimir las candidaturas, con la única excepción del oficialismo municipal que apostó exclusivamente a la postulación de Pulti. Este panorama contrasta con el planteado en 2011 en que sólo el FPV y el Frente Popular, liderado a nivel nacional por Eduardo Duhalde, presentaron más de un candidato a la intendencia. Otro dato a destacar es que de las cinco coaliciones que optaron por presentar varios candidatos solamente una (Compromiso Federal) no vulneró el piso requerido por la legislación electoral por lo que se podría intuir, en términos generales, que se trató de una estrategia oportuna para atraer al electorado.
De todas ellas, sin dudas la que mayor atención atrajo fue la dispuesta por el frente Cambiemos que oponía a Vilma Baragiola, quien –como se afirmó- se había impuesto con contundencia las elecciones de renovación legislativa en el año 2013 (30% de los votos), contra el veterano dirigente Carlos Arroyo, que venía en un lento pero marcado ascenso en los últimos turnos electorales. La combinación entre dos figuras reconocidas de la política marplatense con una lista nacional con tracción produjo una competencia que le reportó al espacio más del 50% de las preferencias electorales. Sin embargo, la competencia estuvo lejos de la paridad: Arroyo casi duplicó los votos de Baragiola. Asimismo también multiplicó por dos sus propios resultados en las elecciones de renovación legislativa (pasó de 58 mil votos a más de 111 mil) y más que triplicó su performance en la anterior elección ejecutiva en las que había obtenido algo más de 30 mil votos.
De las restantes, dos de ellas se dirimieron con relativa claridad: Lucas Fiorini se impuso claramente sobre Álvaro Fanproyen en UNA (18 mil a 10 mil aproximadamente) y lo mismo ocurrió, aunque por un margen más estrecho, entre Alejadro Martínez y Gustavo Vicini en la competencia dispuesta por el FIT (5 mil a 4 mil). La interna del espacio Progresistas fue probablemente la más competitiva y, a raíz de ese motivo, la más conflictiva. Los tres candidatos se dividieron el electorado del espacio prácticamente en tres tercios, aunque Guillermo Schutrümpf quedó a un millar de votos por debajo de sus otros dos contendientes. La diferencia entre Pablo Farías y Alberto Rodríguez fue en el escrutinio definitivo de apenas 11 votos (4.614 a 4.603 sufragios), lo que llevó a una disputa que se volvió pública y que pusieron en duda el resultado de los comicios.
Abrir la puerta para ir a jugar…
Una vez más se ratificó la eficacia de la ley electoral y de las PASO como instancia dispuesta para depurar la cantidad de partidos y organizaciones autorizadas a participar de las elecciones generales. De 13 frentes electorales locales sólo 5 lograron superar el piso de 1,5% dispuesto para poder participar de las elecciones generales y disputar los cargos electivos puestos en competencia. De todos, el que más cerca estuvo fue Fernando Alí con su agrupación local Mirada Amplia Regional que con los resultados del escrutinio provisorio mantenía chances de pasar a las elecciones generales, pero que finalmente quedó en la puerta con un 1,37% de los votos. De las restantes agrupaciones ninguna superó el 1%; Patria Grande, en su debut electoral, fue la que estuvo más cerca de alcanzar el dígito.
Si bien es apresurado marcar una tendencia irreversible y desprender de ella algunas conclusiones, sí es posible describir algunos rasgos que ha tomado la competencia electoral tras 6 años de aplicación de la normativa vigente. En el año 2015 al igual que en 2011 se presentaron un total de 14 frentes electorales a competir en las primarias municipales, sin embargo en 2011 una decena pasó el piso requerido para competir en las elecciones generales mientras que en el actual comicio lo hicieron sólo 5. En las elecciones intermedias de renovación legislativa en 2013 de 11 pudieron competir en octubre 7 de ellas. Como se puede apreciar se muestra una incipiente tendencia a la reducción de contendientes en las elecciones generales y, como correlato, un electorado cada vez más concentrado en menos opciones electorales. A nivel nacional la tendencia es menos acentuada, pero también se registra: en 2011 de 10 fórmulas presidenciales compitieron 7 en las generales, mientras que en la elección actual de 11 podrán participar 6 el 25 de octubre.
Las elecciones primarias de 2015 ratificaron algunas tendencias que se venían desarrollando previamente. Las coaliciones políticas han multiplicado sustancialmente su competencia interna, al mismo tiempo que el acceso a la instancia electoral final se ha vuelto cada vez más restrictiva. Esto último, lejos de ser un dato anecdótico, puede repercutir en la desaparición de numerosas organizaciones políticas dado que se contemplan sanciones inapelables para los partidos que sucesivamente no logren obtener el piso de votos necesarios para participar de las elecciones generales. Menos partidos articulados en frentes más amplios, ese parece el escenario político al que nos conducimos casi indefectiblemente.