El impacto del ajuste: un breve análisis del mercado laboral de Mar del Plata y Argentina

Eugenio Actis Di Pasquale – Grupo Estudios del Trabajo (UNMdP)

En diciembre de 2023 en nuestro país asumió un nuevo gobierno que implementó en forma inmediata un cambio en el rumbo de las políticas macroeconómicas, con el objetivo de conseguir la estabilidad de precios. Sin embargo, la búsqueda incesante de reducir la inflación se ha ido llevando a cabo a cualquier costo, a tal punto de que este objetivo se ha convertido en un fin en sí mismo, despreciando los efectos que puedan generarse sobre el nivel de actividad, los ingresos de la población y el nivel de empleo. En este artículo nos dedicaremos a analizar los efectos negativos que se han generado sobre el trabajo en Mar del Plata y Argentina a partir de la implementación del nuevo modelo económico.

Para realizar este análisis tenemos distintas fuentes de datos oficiales que, al complementarlas, nos permiten evidenciar el deterioro en la cantidad y calidad del trabajo: 1) la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC) realizada en los principales aglomerados urbanos del país; 2) el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA); 3) la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) efectuada en empresas de 5 y más trabajadores por la secretaria de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

1) Desde la EPH-INDEC, comparamos la evolución del valor de las siguientes tasas entre el primer trimestre de 2023 y el primer trimestre de 2025:

  • Tasa de empleo (proporción de ocupados en el total de población). En el total aglomerados, hubo una leve disminución del 45% al 44,4% (casi 80.000 ocupados menos). Mientras que en Mar del Plata se mantuvo alrededor del 47%.
  • Tasa de desocupación (proporción de desocupados en la población económicamente activa, la cual resulta de la suma entre ocupados y desocupados). Tanto a nivel local como nacional se incrementó en alrededor de 1 punto porcentual. En Mar del Plata paso del 6,9% al 7,9%. Mientras que en el total país del 4,9% al 6%.

Cuando hacemos esta primera lectura pareciera haber una aparente estabilidad en el mercado de trabajo o al menos efectos negativos de magnitud moderada. Entonces nos preguntamos ¿cómo puede ser que con la agresividad de las políticas aplicadas no haya caído más el empleo? ¿y por qué no se disparó la desocupación como si ocurrió a inicios de la década de 1990? Para comenzar a responder estas preguntas, podemos analizar los cambios en la composición de la población ocupada. De esta manera, lo que se observa es que en el total país disminuyó la proporción de asalariados (de 74,7% a 72,7%) y se ha incrementado el cuentapropismo (de 21,9% a 23,5%). Dentro de la población asalariada creció la participación del trabajo no registrado (del 35,7% al 36,3%), es decir, la proporción de asalariados que no se encuentran registrados en ninguno de los sistemas de seguridad social. Es decir, que se deterioró la composición de la población ocupada.

Sumado a ello, la búsqueda de empleo por parte de la población ocupada siguió cayendo a niveles récord. Este efecto de desaliento es un fenómeno multicausal que se inició a partir de la recesión de 2018, explicado principalmente por el propio contexto economómico que generó un abandono de la búsqueda de empleo por parte de los integrantes de la PEA (al no haber trabajo, dejaron de buscarlo). Sin embargo, a partir de la postpandemia es posible que a la principal causa del abandono en la búsqueda de empleo se sume el fenómeno creciente del trabajo de plataformas que incluye actividades de delivery y transporte de pasajeros. Estas opciones se incorporan como una rápida salida laboral, aunque desprotegida, inestable y de menores ingresos. Esta hipótesis que incorpora el fenómeno del trabajo de plataformas resulta consistente dado que, frente a disminuciones en la cantidad de trabajo formal, la tasa de empleo se mantiene casi constante (con cambios en su composición dado que hay menos asalariados y más trabajo por cuenta propia), la tasa de desocupación se mantiene en niveles bajos (no se dispara como en ocurría en los ‘90) y disminuye la tasa de ocupados demandantes.

2) El SIPA permite medir la cantidad de trabajadores registrados a partir de datos poblacionales (no es una muestra). A partir de la implementación del nuevo modelo económico se viene produciendo una sistemática destrucción de puestos de trabajo registrados. En Argentina la cantidad total de trabajadores registrados disminuyó en 453.262 personas en el primer trimestre de 2025 (respecto a igual trimestre de 2024), llegando a 12.876.403 (por debajo el máximo histórico conseguido en 2023). Estas disminuciones interanuales superan la ocurrida en mayo de 2020 en plena pandemia de COVID-19 (en ese entonces la disminución había sido de 362.078).

Las modalidades más afectadas son las asalariadas, es decir, las que tienen mayor nivel de protección y derechos laborales: asalariados privados, asalariados públicos y asalariadas de casas particulares. También la modalidad Monotributo social, que se encuentra integrada por grupos poblacionales más vulnerables y que trabajan principalmente en sectores de la economía popular.

En la siguiente tabla se puede apreciar que si comparamos con lo que ocurrió en gobiernos anteriores, la diferencia en la evolución del trabajo registrado es notable

Tabla Nº 1. Variación de la cantidad de trabajadores por período presidencial (a diciembre de cada año).

Fuente: elaboración propia en base a datos del SIPA.

*Los datos del SIPA discriminados por modalidad de ocupación se encuentran disponibles a partir de enero de 2012.

**Corresponde al primer año de gobierno

3) Como no hay información oficial del SIPA para Mar del Plata, analizamos los datos provenientes de la EIL, que releva información mensual a las empresas de 5 y más personas ocupadas. En este sentido, desde mediados de 2024 se fue generando una desaceleración en la creación de empleo y a partir de marzo de 2025 se generó una destrucción de empleo (-1,2%, que representa alrededor de 1.300 trabajadores menos). Las ramas de actividad más afectadas son “Construcción” y “Servicios comunales, sociales y personales”. Asimismo, se ha desacelerado la creación de puestos de trabajo en “Industria manufacturera”, “Comercio, restaurantes y hoteles”. En el resto de las ramas se mantienen los descensos ocurridos en 2023.

En definitiva, en Mar del Plata y Argentina si bien la tasa de empleo y desocupación se mantienen aparentemente estables, al indagar en la composición de la población ocupada y complementar con otras fuentes estadísticas se evidencia un claro deteriorado en la cantidad y calidad del trabajo. El aumento de la informalidad en general puede estar originada a partir de quienes pierden un empleo formal y se refugian en la informalidad, o bien, cómo inserciones laborales de trabajadoras/es adicionales, donde el trabajo mediado por plataformas estaría jugando un rol central.

La naturaleza contractiva de las últimas medidas de política monetaria aplicadas durante julio y agosto para contener el precio del dólar (aumentos de tasas de interés y de encajes), sumada a la continuidad de la política fiscal contractiva (reducción del gasto público) y al aumento salarial previsto por debajo de la inflación, nos permite inferir que los efectos negativos sobre la economía real continúen a lo largo de este año, tanto en el nivel de producción como el de empleo. Por ende, y dado el nivel de endeudamiento externo actual, todo apunta a que nos estamos encaminando a una reducción del bienestar social y de la calidad de vida de la población que será muy difícil de revertir en los próximos años si no se consigue llevar a cabo una política de desarrollo económico que permita la entrada de divisas genuinas a través del comercio exterior. Medida económica que por el momento no se encuentra en la agenda política de la actual gestión de gobierno.

Para mayor información sobre esta temática invitamos a leer el Informe Sociolaboral del Partido de General Pueyrredon en este link: https://nulan.mdp.edu.ar/id/eprint/4368/1/InfoSociolabAgo2025.pdf

“Un montón trabajando para un montón”. Los CBE y su proyección actual en el Municipio de General Pueyrredón

Marcela Ferrari – CONICET

Laura Ciraudo – MESA DE GÉNERO – SOC. FOMENTO BARRIO LAS HERAS

La ciudad de Mar del Plata registra una larga trayectoria de organización barrial. Sociedades de fomento y de socorros mutuos, partidos vecinalistas, movimientos sociales de base territorial son algunas de las formas que canalizaron las demandas y la representación popular hasta la actualidad.

Cuando arreció la pandemia por COVID-19, para disminuir los efectos negativos asociados a ese flagelo, en los barrios no céntricos de Mar del Plata y en Batán se organizaron treinta y tres Comités Barriales de Emergencia, conocidos por sus siglas: los CBE.[1]

Los CBE fueron un dispositivo de articulación comunitaria, de base popular. Se formaron a partir de una red de asistencia social robusta que ya se encontraba extendida en el Partido de General Pueyrredon al desatarse la pandemia por COVID-19. Fueron impulsados por los vecinos organizados y en ellos participaron iglesias, clubes, organizaciones sociales, escuelas, universidades, sociedades de fomento, centros y salas de salud, comedores y merenderos. Alcanzaron un grado de organización superior a aquella red.

Los comités agrupaban hasta cinco barrios de cada una de las cuatro zonas en que fue dividida la ciudad de Mar del Plata -Norte, Sur, Oeste y Suroeste- y Batán. Los referentes territoriales organizados trabajaron coordinadamente para responder a distintas alertas: alimentaria, sanitaria, monitoreo de precios, violencia familiar y de género. La alimentación era prioritaria porque “sin comida, no hay salud”, como decían. Se ocupaban de la logística de distribución de alimentos, secos y frescos, que proveían a los comedores y merenderos, como también de la función preventiva de salud, a través del plan CuiDARnos que ellos mismos propusieron al municipio.[2] Así, contribuyeron a cubrir las necesidades básicas de alimentos, la prevención en salud y la distribución de medicamentos para garantizar la supervivencia de las familias aisladas o vulneradas -en especial, ancianos y niñeces- en el contexto de aislamiento, que implicaba además la suspensión del trabajo.

Los CBE dejaron un saldo positivo. Permitieron la formación de liderazgos comunitarios, la cooperación entre organizaciones y entre barrios, la canalización de demandas en términos de derechos, la construcción de agendas de trabajo en función de las urgencias detectadas, la configuración de identidades.[3] En los barrios, quedó claro que los propios vecinos son quienes mejor conocen sus problemas y pueden contribuir colectivamente a su resolución.

A cinco años de esa experiencia, nos preguntamos qué quedó de aquella organización o, en su defecto, cómo fue capitalizada. Nos interesa conocer de qué manera los protagonistas recuperan aquella experiencia y su proyección en el contexto actual, en pleno auge de lo que desde el gobierno nacional se denomina anarcocapitalismo, que supone el retiro del Estado como garante de la calidad de vida de la población.

Para ello, realizamos una consulta a veinte referentes barriales (integrantes de los CBE, responsables de comedores y merenderos, participantes de la Mesa Social y Mesa de Género) provenientes de cada una de las cuatro zonas de distribución de alimentos en la ciudad de Mar del Plata y en Batán. En esta aproximación de carácter descriptivo, la información es presentada a manera de síntesis cualitativa en base al conjunto de respuestas, lo que no nos exime de advertir que existen modulaciones de las problemáticas en distintas zonas. Para finalizar, realizamos una conclusión breve, en cuanto a la actualidad de la problemática.

 

Continuidad de los CBE

1- En el territorio que habitás, ¿continúan actuando los Comités Barriales o alguna forma organizativa desprendida de esa experiencia que siga trabajando sobre las alertas que llevaron a su formación (alimentaria, sanitaria, monitoreo de precios, violencia familiar y de género). ¿Podés describir brevemente cuál es?

Los CBE en tanto estructura organizativa que asumió la necesidad de resolver problemas concretos de la población, derivados directa o indirectamente de la pandemia y la pospandemia, no continúan funcionando (100% de las respuestas). Aun así, todos los informantes refieren que se mantienen los vínculos establecidos. (Ver respuesta 2)

Las redes sociales preexistentes en cada territorio continúan vigentes y, allí donde se mantienen, sus integrantes afirman haber salido fortalecidos después de atravesar aquella experiencia. Existen espacios organizativos que se formaron a partir de los CBE y continúan respondiendo a las demandas de sectores vulnerados.

Los principales desprendimientos atienden dos tipos de necesidades. En primer lugar, los comedores y merenderos. El 50% de los referentes consultados destaca la continuidad de esos espacios donde se ofrece asistencia alimentaria, aunque se encuentren muy disminuidos en número, días de atención y cantidad de viandas elaboradas con respecto a los períodos de pandemia y pospandemia. La principal causa de esa merma no deriva de la superación de las carencias sino de la suspensión de la entrega de alimentos frescos (carnes y verduras), que era canalizada a través del Municipio. Pese a la escasez de recursos, continúan prestando servicios gracias a las donaciones recibidas. Existe gran preocupación ante el incremento actual de insuficiencia alimentaria en los barrios donde funcionan comedores comunitarios. Se percibe la necesidad de multiplicarlos.

En segundo lugar, se destacan las mesas de género (40% de las respuestas). Funcionan de manera diferenciada dentro de estructuras comunitarias preexistentes, tales como las sociedades de fomento. Ofrecen escucha y acompañamiento a las mujeres, infancias a cargo y diversidades, trabajan en asistencia y prevención de la violencia de género. Contribuyen a la formación de una red de acompañantes con el objetivo de “cuidar a las que cuidan”. Se registran proyectos de emprendedurismo, tales como el de confección de ropa para el Hogar Gloria Galé desarrollado por la Mesa de Género de Barrio Las Heras, donde se albergan mujeres en situación de protección.

En el aspecto sanitario, una deriva importante fue la formación de mil setecientas promotoras y promotores de salud en el marco del Plan CuiDARnos, que se incorporaron a vacunatorios y, en algunos casos, continúan desempeñándose en centros de salud o en la red de Salud Mental del PGP.

 

La red de lazos comunitarios

2- ¿Siguen en contacto con algunos de los integrantes de la red comunitaria que acompañó su formación (municipio, iglesias, universidad, escuelas, clubes, entre otros)? ¿De qué manera?

En un 100% las respuestas reflejan la continuidad en los vínculos comunitarios establecidos durante el funcionamiento de los CBE (100%), aunque con variaciones en intensidad, frecuencia y actores involucrados según el territorio y el nivel de organización. Las personas entrevistadas afirman que los contactos con integrantes de la red comunitaria se mantienen, con instituciones formales o por vínculos informales.

Entre las primeras, destacan a la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), que a través de la Secretaría de Extensión y de los Centros de Extensión Universitaria (CEU) ubicados en barrios no céntricos, articulan proyectos de formación, acompañamiento, actividades culturales y capacitaciones. La Universidad es reconocida como una aliada estable y activa. Por otro lado, las escuelas y los clubes son espacios de derivación, apoyo escolar, actividades deportivas y sociocomunitarias. Algunas de las sociedades de fomento se consolidaron como nodos territoriales clave para la articulación con instituciones y vecinos. Las iglesias, por su parte, cumplen roles de contención, organización de comedores y asistencia directa. Los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) y los hospitales articulan el trabajo en salud, campañas de vacunación y promoción comunitaria. En cuanto a los lazos informales, en los testimonios se recuperan la permanencia de grupos de WhatsApp, los vínculos personales entre referentes, la existencia de comisiones barriales y articulaciones espontáneas. En suma, ya sea las acciones que derivan de estructuras formales contribuyen a sostener la ayuda alimentaria, el abordaje de violencias, la organización de actividades de la comunidad en plazas, comedores o bibliotecas.

En cambio, la relación con organismos estatales, especialmente municipales y nacionales, aparece como muy débil o directamente ausente. Varios testimonios indican que la articulación con el municipio fue “nula” o se interrumpió, la ayuda alimentaria cesó a fines de 2023. Es por eso que la continuidad de numerosas acciones que en su momento desarrollaban los CBE depende exclusivamente del esfuerzo de redes autogestivas, del respaldo de la universidad y de agencias del gobierno bonaerense.

En suma, más allá de la disolución de los CBE, en las respuestas se evidencia que la experiencia generó aprendizajes y tejidos comunitarios que perduran. Estos derivan en reencuentros entre militantes o referentes que, agrupándose, dan lugar a la formación de mesas intersectoriales o redes institucionales barriales que actúan ante alertas, en especial las que sostienen el acompañamiento ante situaciones de violencia de género o necesidades escolares.

 

Los problemas emergentes en los barrios

3- ¿Creés que se podría reflotar esa experiencia organizativa para trabajar sobre alguno o algunos de los problemas que afectan a tu barrio? ¿qué problemas?

Las respuestas reflejan con claridad que la pandemia no sólo visibilizó sino que profundizó múltiples problemáticas estructurales en los barrios. Estas se manifiestan de manera transversal en distintas áreas de la vida comunitaria, con distinta intensidad según el barrio. En orden de prioridad, se destacan las siguientes seis:

  • Agravamiento de la situación alimentaria: la inseguridad alimentaria se menciona de forma recurrente y urgente. Se señala el encarecimiento de los alimentos, la imposibilidad de acceder a productos básicos y, como se señaló, la disminución o cese de ayuda estatal. Un 70% de las respuestas expresan que los comedores y merenderos no dan abasto o han tenido que cerrar por falta de recursos.

“La situación alimentaria se profundizó, cada vez más familias piden viandas.”

“Ya no llega mercadería del Estado, todo sale de las organizaciones.”

  • Violencias de género y familiares: Las situaciones de violencia familiar y de género aumentaron durante la pandemia y se sostienen en la actualidad. Se observan redes comunitarias que continúan acompañando, pero sin recursos suficientes ni respaldo estatal. La UNMDP aparece como un espacio de apoyo a las mesas de género existentes. Existen formas de abordaje comunitario: rondas de mujeres, grupos de escucha, derivaciones espontáneas.

“Se agravaron las situaciones de violencia intrafamiliar.”

“Seguimos conteniendo con las herramientas que tenemos, entre vecinas.”

  • Desempleo, precarización laboral y falta de ingresos: La pérdida de empleo, el trabajo informal inestable y el aumento de la pobreza se perciben como agravados desde la pandemia. Se profundiza la dependencia de la asistencia alimentaria o del trabajo autogestivo. En la actual coyuntura aparece con fuerza la problemática de las y los trabajadores vinculados a la actividad del Puerto de Mar del Plata.

“Mucha gente quedó sin laburo y vive de changas, ferias o comedores.”

  • Problemas de salud mental y emocional: Se menciona un incremento de las problemáticas de salud mental, especialmente en mujeres, niñeces y personas mayores. La falta de atención pública oportuna profundiza esta situación. Algunas experiencias incluyen intentos de respuesta desde redes barriales o extensión universitaria (espacios de escucha, talleres de cuidado).

“Hay muchas situaciones de angustia y ansiedad, sobre todo en las mujeres.”

  • Problemas habitacionales y ambientales: Se mencionan desalojos, situaciones de hacinamiento, viviendas precarias y falta de acceso a servicios básicos. La existencia de microbasurales también aparece en algunos territorios, junto a la falta de infraestructura urbana.

“La gente construye como puede, no hay ayuda para mejorar las casas.”

  • Desvinculación educativa: Se detecta un alto índice de abandono escolar, sobre todo en jóvenes -especialmente de nivel secundario- durante y después de la pandemia. Por su parte, las escuelas y organizaciones (entre otras, el Envión) intentan contener, pero sus recursos resultan insuficientes.

 

Los CBE evaluados en clave personal y organizacional

4- ¿Qué significó para vos y/o para la organización de la que formás parte la construcción de los CBE?

En la dimensión personal, las personas afirmaron que la participación en los CBE fue un aprendizaje transformador, que las atravesó. Relataron haber sentido orgullo, crecimiento y superación de miedos -en especial, los ligados al contagio y la muerte.[4] Se menciona a los CBE como un puente entre el aislamiento y la comunidad, como una instancia que permitió sacar lo mejor de cada une, y también experimentar dificultades emocionales profundas. En varios relatos aparece la gratitud, tanto por lo vivido como por haber podido ayudar y haber recibido reconocimiento de la comunidad.

“Me salvó de un montón de cosas. Sacó lo mejor de mí y también lo peor […] Lo haría con todo el corazón”.

“Me reafirmó mis ideas de lucha y de que un mundo distinto es posible”.

En cuanto a la organización comunitaria, los CBE fueron valorados como una forma de organización cooperativa, democrática, solidaria y eficaz, que permitió llegar a quienes más lo necesitaban durante la pandemia por COVID-19. Varios testimonios resaltan la capacidad de articulación con actores diversos a los que ya se hizo mención en este análisis (vecinos, universidad, iglesia, ONGs, instituciones estatales, clubes, centros de jubilados, entre otros). Esta articulación se presentó como novedosa y enriquecedora, generadora de redes duraderas.

“Nos organizamos con distintos pensamientos, pero confluimos en un mismo objetivo”.

“El Consorcio Portuario nos donó mercadería, y chicos que daban clases de surf ropa. Así seguimos entregando porque el municipio ya no daba nada”.

En tal sentido, se constituyeron como una herramienta de acción territorial y política. Se registran relatos que enfatizan que los CBE no fueron sólo una respuesta solidaria momentánea, sino una herramienta de lucha, de construcción de poder popular y de desarrollo del tejido social. Varios/as entrevistados/as continúan hoy realizando tareas sociales o políticas basadas en esa experiencia, a través de redes feministas, como promotoras territoriales en salud pública formadas en las capacitaciones recibidas y en el desarrollo del plan CuiDARnos organizado desde los CBE, como agentes de educación popular.

“Los CBE son presente porque nos dejaron herramientas de unidad, de lucha y de empatía”.

“Una poderosa herramienta de lucha y de forjar soluciones colectivas”.

Por cierto, se reconoce que también existieron tensiones internas y dificultades para sostener la horizontalidad o para consolidar un trabajo interorganizacional estable. En algunos casos, se generaron roces o disputas por espacios institucionales (por ejemplo, en las sociedades de fomento), que pusieron a prueba la continuidad del trabajo colectivo. No obstante, los aprendizajes fueron valorados positivamente incluso en contextos conflictivos.

“Luego se empezaron a generar roces que difícilmente se solucionan”.

“Nos resultó más fácil replegarnos a nuestra sede y trabajar desde ahí”.

 

Algunas conclusiones

Los CBE impactaron en los barrios no céntricos de Mar del Plata y en Batán. Los testimonios de los referentes consultados dan cuenta del aprendizaje de formas de organización autogestiva, con participación de las bases sociales.

Las respuestas revelan que los CBE fueron una experiencia profundamente significativa, tanto en el plano personal como organizativo. Constituyeron una forma novedosa de respuesta popular frente a la emergencia, que dejó marcas, aprendizajes y estructuras aún activas.

Ofrecieron una respuesta colectiva frente a la incertidumbre, el aislamiento y la desprotección estatal. La solidaridad barrial, la escucha, la entrega de alimentos y el acompañamiento emocional fueron centrales. La experiencia permitió ver el barrio desde otra perspectiva y generó lazos que hoy perduran.

“Nos acercábamos a llevar no solo comida, sino aliento”.

“Fue acercar a familias alimentos de todo tipo, escucharlos y nos dio fuerza”.

Es decir, aunque se enfrentaron obstáculos, la valoración general es altamente positiva. Por eso, la mayoría de las personas que respondieron a nuestra consulta expresan el deseo e incluso la necesidad de recrear esas formas organizativas en el contexto actual, para poder vivir con dignidad y conectarse con proyectos de vida significativos.

Mar del Plata, 7 de julio de 2025

[1] Cf. Ferrari M., Lucero P., Ares S. y Mikkelsen C. (2022) “Los Comités Barriales de Emergencia. Una experiencia de acción colectiva”. En: https://observatoriopolitico.com.ar/los-comites-barriales-de-emergencia-una-experiencia-de-accion-colectiva/. Agüero, J. y Martínez, S. (2022) “Procesos de construcción de poder popular. La experiencia de los comités barriales de Emergencia en el Municipio de General Pueyrredon (Buenos Aires, Argentina”. En Ferrari, M. (dir.), Tiempos de pandemia en la ciudad feliz. Mar del Plata y el partido de General Pueyrredon (2020-2021). Rosario, Prohistoria, pp. 73-92. Muñoz, M. A. (comp.) (2025), Covid-19 y barrios populares. Problemas sociales y soluciones políticas en el partido de General Pueyrredon. Mar del Plata, EUDEM.

[2] Cf. “Comienza la implementación del plan ciuDARnos en Mar del Plata y Batán”. Mar del Plata, 1/7/2020. https://www.mardelplata.gob.ar/Contenido/comienza-la-implementaci%C3%B3n-del-plan-ciudarnos-en -mar-del-plata-y-bat%C3%A1n.

[3] Agüero y Martínez, op. cit.

[4] El COVID 19 afectó a numerosos integrantes de los CBE, los comedores y los merenderos, los promotores de salud, que hasta derivó en su deceso.