Dra. Lorena M. Sánchez[1] y Dra. Mariana Fernández Olivera[2]
Los recién cumplidos 150 años de Mar del Plata han generado un sinfín de eventos, publicaciones temáticas y productos asociados. El cumpleaños lo amerita; desde 1874 la ciudad, históricamente joven, continúa mostrándose y convocando a turistas nacionales e internacionales.
En este transcurso y en relación con su caracterización turística, se ha transformado permanentemente. Casi a modo de oxímoron, su persistencia se ha asentado en el cambio. Así, esta permanencia cambiante ha generado una ciudad móvil, en donde su patrimonio resulta el principal testimonio material de cada metamorfosis acontecida.
Desde su nacimiento, el estudio de los procesos sociomateriales ha procurado acercar nombres y caracterizaciones en los puntos de inflexión reconocidos. Es posible registrar transiciones desde su condición original como puerto-saladero, su evolución hacia una villa balnearia de grupos económicamente privilegiados, su apertura como ciudad balnearia, el avance hacia una ciudad de masas y el progreso hasta su actual condición multifacética y fragmentada.[3] De acuerdo con cada capa histórica, los testimonios arquitectónicos y urbanos que perviven, atestiguan las transformaciones y los valores pasados y presentes. Esos testimonios, o bienes patrimoniales, constituyen huellas para comprendernos y entender la ciudad que construimos.
Entre los diversos legados que subsisten, resulta de interés observar lo acontecido con aquellos que forman los paisajes identitarios locales. La condición costero-marítima desde la cual se forjó la ciudad, entre el carácter productivo pesquero y el turístico balneario, gestó, no sin contradicciones, una diversidad de bienes característicos que constituyen eslabones claves de los entornos típicos marplatenses.
Así, las pequeñas y medianas viviendas pintoresquistas continúan destacándose en el interior de barrios como Stella Maris y La Perla, entre otros sectores de la ciudad. El pintoresquismo, corriente ecléctica de origen europeo, resultó particularmente apropiado para su reinterpretación local debido a múltiples factores. En este sendero, resultó propicio el despliegue de las premisas compositivas que aludían a las condiciones extraurbanas, a través del uso de la asimetría, el contraste de volúmenes y la exposición de materiales. Desde el carácter elitista a las progresivas versiones más modestas, el pintoresquismo residencial prevaleció durante la primera mitad del siglo XX. El paisaje conformado por estas viviendas distintivas en las otrora postales y que actualmente integran las más populares cuentas de Instagram, componen áreas de valor que testifican las transiciones entre la villa balnearia y la ciudad que forjó horizontes más amplios.
En paralelo y más escondidas a las miradas desatentas, en el interior del fotografiado Puerto sobreviven casillas de madera y chapa de los inicios portuarios a principios del siglo XX. Estas viviendas típicas fueron desarrolladas por la inmigración italiana que arribó a ese sector configurando, en su origen, un paisaje asimilable al de las películas norteamericanas del Far West. Su facilidad de armado, el bajo costo de construcción, la opción de ser trasladadas y su posibilidad de ampliación -al arribar nuevos familiares desde la tierra de procedencia-, fueron aspectos determinantes en su progreso. Junto con la labor pesquera, los testimonios fabriles y la identidad italiana, las casillas también han generado sectores que atestiguaron -y atestiguan- la original identidad productiva de la ciudad. Así, esta arquitectura industrial, desde las viviendas hasta los establecimientos fabriles, configuraron entornos de valor que todavía expresan formas de producir y vivir coligadas.
Sin embargo, las diversas piezas que componen estos entornos valiosos, se encuentran a la espera de un reconocimiento formal y por ende, de protecciones adecuadas: la necesidad de amparar áreas patrimoniales y de protegerlas, se vislumbra como un requerimiento urgente en esta ciudad cambiante.
Un ejemplo de esta necesidad lo constituye el borde costero, en especial la franja del barrio Stella Maris donde se enlaza el despliegue marítimo y el desarrollo residencial mediterráneo. El muestrario de operaciones pasadas y presentes en las que se ha impactado negativamente sobre el paisaje sedimentado, incluso con afectaciones indeseadas sobre el principal recurso de sol y playas en el que se ha apoyado el destino turístico de la ciudad, evidencia la necesidad de un marco regulador para un tratamiento de áreas frente a las operatorias individuales. Otro ejemplo lo constituye el barrio portuario, donde los procesos de cambio productivo-pesqueros y la falta de regulaciones preservacionistas, han desencadenado alteraciones, ampliaciones desacertadas y pérdidas irrecuperables de sus bienes residenciales y fabriles.
Por ello, la generación de áreas con sus coligados lineamientos guía hacia la intervención de sus bienes componentes, resulta uno de los mejores regalos para ofrecerle a la ciudad y sus ciudadanos. La subsistencia de segmentos paisajísticos asentados en bienes característicos, implican persistencias que ameritan protecciones creativas. En este sentido y desde una mirada diligente es posible repensar, en un marco de cambios negativos, intersticios de oportunidades. De esta forma, urge meditar sobre las maneras de actuar y los marcos preservacionistas a implementar en relación con el creciente interés inmobiliario en las arquitecturas de tiempos pasados.
En definitiva, entender, valorar y proteger el patrimonio local, con énfasis en los entornos que constituyen su memoria sociomaterial, continúa siendo una tarea pendiente. En este camino, deseamos que para su cumpleaños número 200 podamos brindar por la efectiva protección de sus paisajes urbanos históricos y los eslabones que lo componen, a través de áreas de valor, como parte de su presente y su futuro.
Figura 1. Imagen aérea actual y postal coloreada de mediados del siglo XX de diferentes sectores del barrio Stella Maris. Nótese la densidad de techos rojos en su interior, propios del legado pintoresquista.
Fuentes: https://www.instagram.com/imagenesaereasmdp/?hl=es e imagen N°5327 de https://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/
Figura 2. Imagen aérea actual del puerto y fotografía de la década de 1920 donde se observa el interior del barrio portuario asimilable a un pueblo del Far West.
Fuentes: https://www.instagram.com/imagenesaereasmdp/?hl=es e imagen del Archivo General de la Nación (Inventario 142901).
[1] Doctora en Arquitectura, Magíster en Intervención del Patrimonio Arquitectónico y Urbano y Arquitecta. Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede de trabajo en el Instituto de Estudios de Historia, Patrimonio y Cultura Material de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata (IEHPAC, FAUD, UNMdP). Docente de grado y posgrado dentro de la mencionada universidad. E-mail: lorenasanchezarq@yahoo.com.ar
[2] Doctora en Arquitectura y Arquitecta. Becaria Posdoctoral del CONICET con sede de trabajo en el IEHPAC, FAUD, UNMdP. Docente de grado dentro de la mencionada universidad. E-mail: arqmfo@yahoo.com.ar
[3] Existen numerosas indagaciones en este sentido procesual, con enfoques desde miradas históricas materiales, sociales y culturales, destacándose los trabajos realizados por el Mag. Arq. Fernando Cacopardo y la Prof. Eliza Pastoriza, entre otros autores y autoras.