Por Susana G. Delgado
(CeHis- UNMdP)
En estos días, con motivo de la marcha anticuarentena, con epicentro en el Obelisco, pero también reiterada en las principales ciudades del país, el abogado Federico Polak (ex vocero de Raúl Alfonsín) la comparó en varios medios periodísticos con aquella que tuvo lugar en la calle Florida de Buenos Aires en marzo de 1966 y que la revista Panorama reprodujo en tapa, en mayo del mismo año. A continuación proponemos una síntesis del análisis que realizamos sobre la producción fotográfica de tapa, que tuvo dos versiones: la primera, desde un análisis teórico- sociológico, sobre la relación entre esta disciplina y la fotografía, en unas Jornadas de Sociología en la UBA (2015), y la segunda, desde la importancia del análisis del discurso fotográfico en la historia, en las Jornadas “ A 50 años del Golpe de Estado del 28 de junio de 1966: el derrocamiento de Illia y la Revolución Argentina”, de la Facultad de Humanidades, UNMdP (2016). Esperamos que la misma sirva como disparador para reflexionar sobre el papel de los medios en la vida ciudadana argentina.
Panorama. La revista de nuestro tiempo salió por primera vez, como una revista mensual, en junio de 1963. Pertenecía a la Editorial Abril, en sociedad internacional con Time-Life y Mondadori. Estaba estructurada en una redacción doble: una en la Avenida de las Américas, en Nueva York, en Time, desde donde se bajaban las directivas, y otra, en la redacción porteña. El slogan de Panorama era: «la revista de nuestro tiempo» y ofrecía notas en color, en especial las referidas a temas extranjeros, lo que significaba un adelanto en una época de televisión en blanco y negro. Para Eugenia Scarzanella (2016) si bien su surgimiento fue paralelo al inicio del gobierno de Arturo Illia -en octubre de 1963- no tardó mucho en ser la portavoz de la desilusión de las expectativas generadas en la sociedad.
Un mes antes del derrocamiento de Illia, producido el 28 de junio de 1966 que determinó el inicio de la ¨ Revolución Argentina¨ y la llegada al poder de Juan Carlos Onganía, Panorama publicó, en su tapa, una fotografía que remite a su principal artículo de análisis político. La misma muestra un trío integrado por dos hombres y una mujer que avanzaba por la calle Florida, en Buenos Aires. Sus cuerpos formaban un sándwich con carteles que colgaban de los hombros y expresaban basta Illia. Era el 18 de marzo del mismo año, cuando los rumores de golpe arreciaban por todas partes:
«El grupo subversivo avanzó silenciosamente por Florida, desde la esquina de Córdoba hacia el sur, abriéndose paso imperturbable por entre la marea humana que al anochecer desbordaba la calle.
(…)
A la altura de Tucumán se escuchó la estridencia de una sirena seguida de un nuevo desbande. Era un patrullero de la Comisaría 1º. Dos agentes se acercaron a la mujer y a los hombres sándwich, preguntaron algo, tomaron nota y se alejaron. Sonreían.
Al encenderse los focos del alumbrado público, los subversivos portadores de carteles desaparecieron por una de las calles laterales.» (Revista Panorama, mayo de 1966, p. 41)
La descripción de este hecho da inicio a un artículo de investigación de 10 páginas interiores de la revista. El enlace sobre la descripción arriba enunciada y la investigación en sí misma expresa: ¨Culminaba así con este test colectivo, realizado en plena calle Florida, una investigación periodística de Panorama, empeñada en responder a la más importante pregunta que hoy podemos formularnos los argentinos: ¿Tenemos realmente libertad?. El informe fue realizado por periodistas dirigidos por D. Muchnick, a cargo de la investigación coordinada y redactada por Salvador Nielsen con el título: ¿Tenemos libertad? A su vez, la volanta expresa: ¨Una audaz investigación de Panorama que recorre la calle, la Universidad, los ámbitos políticos, organismos obreros, empresarios y culturales contesta a la candente pregunta sobre el más preciado e inadvertido bien que tienen los argentinos.¨
La imagen ¿ilustra? un texto que luego de enumerar las diversas opiniones de personalidades políticas, del empresariado, de la cultura y de los sindicatos, concluye en que los argentinos disfrutan de libertad, considerándola como un bien muy preciado pero que resulta inadvertido para casi todos.
El texto comienza destacando una opinión sajona a cargo de W. Averell Harriman, asesor presidencial del gobierno de Washington, que había llegado a la Argentina con el propósito de evitar la anulación de los contratos petroleros suscriptos por el gobierno de Arturo Frondizi, con empresas norteamericanas, entre 1957 y 1961, y había fracasado. Sin embargo expresó antes de su regreso en la embajada de su país:
¨Pocas veces he observado un sistema de gobierno como el argentino. Es poco decir que aquí se vive en democracia: Aquí se respira libertad¨
Contrariamente a la conclusión del funcionario norteamericano, la frase de tapa sugiere precisamente lo opuesto, y se relaciona con la denuncia de los protagonistas portadores de los carteles.
La imagen fue tomada por el fotógrafo Oscar Horacio Burriel, quien trabajaba para Abril. En febrero del año 2010, en una entrevista que le hiciera la investigadora Cora Gamarnik expresó: “Una vez hicimos unas fotos a un grupo de personas que llevaban un cartel adelante como ‘hombre sandwiche’ como si fueran una tortuga, lo hicimos para la revista Panorama, para ridiculizar a Illia. Armamos la nota. Yo después me lamenté tanto…”
Esta afirmación de Burril confirma la sospecha que emerge del análisis tanto de la tapa, como de la nota que ilustra. La fotografía recorrió la historia como la representación del hastío de la sociedad argentina frente al gobierno de Illia; sin embargo, si la analizamos detenidamente, podemos reconocer que no es una marcha colectiva, sino sólo una intervención callejera de los tres personajes sándwich. El dibujo de la letra de los Basta Illia, evidentemente es la misma. Inferimos que alguien propuso esta actuación al estilo de una performance artística. En ella están representados, el primero, un hombre de traje, la segunda, una mujer, y el tercero, un joven en mangas de camisa, en síntesis, distintos sexos, distintos sectores sociales. La señora en primerísimo plano adelante, está ajena a ellos, al igual que la pareja que viene detrás. De todas las personas que caminan por Florida esa tarde, sólo dos: un hombre y una mujer se paran a verlos. Si trazamos una diagonal, desde el ángulo inferior derecho, con la mujer vestida de rojo, que pasa justamente por el centro de la imagen, con la otra mujer-sandwich, con el cartel, también rojo, la línea queda cortada con las letras en blanco –el país indefenso-, que cruza el vértice izquierdo. Este titular en realidad hace referencia a otro tema, la fiebre amarilla.
La relación entre la pregunta ¿tenemos libertad?, en las diez páginas del artículo, no se conectan en absoluto. Sin embargo, el mensaje visual establece una conexión directa: ¿tenemos libertad?: evidentemente estos carteles que dicen Basta Illia, la reclaman por inexistente. Desde el campo visual, los textos basta Illia y el país indefenso se vinculan en la lectura. Esta fotografía ha recorrido la historia como un ejemplo del rechazo de la sociedad civil al gobierno de Arturo Illia. Si trazamos un eje central en cruz sobre la imagen lo que sobresale, contundente, son las tres veces Basta Illia.
A través de la enumeración de estos indicios inferimos la función política que propone la representación de la portada en cuestión. El recurso de hacer desfilar a las personas sándwich, con los carteles en la calle Florida, promueve una acción performativa en el receptor, que se reconoce opositor al gobierno y legitima el golpe que se produce un mes después, junto a otros mecanismos de legitimación que auspicia la opción autoritaria; aunque de ninguna manera es posible conectar esta acción con un ¨test¨ colectivo en plena calle Florida, como expresa el artículo.
Desde la historia, se nos presenta como una prueba irrefutable de la afirmación que propone el historiador Miguel Ángel Taroncher en su libro La caída de Illia. La trama oculta del poder mediático (2009) quien plantea la hipótesis que desde los medios gráficos, entre los que destaca los semanarios Primera Plana y Confirmado, se trabajó activamente, para generar un clima de opinión favorable a la ruptura institucional entre la ciudadanía. Así, la fotografía de portada de la revista Panorama operó en ese sentido, un mes antes del golpe de Estado, con una función eminentemente política.
Referencias bibliográficas
Gamarnik, Cora (2020) El fotoperiodismo en Argentina. De siete días ilustrados (1965) a la agencia Sigla (1975). Buenos Aires: Pretéritos Imperfectos.
Scarzanella, Eugenia (2016) Abril, Un editor italiano en Buenos Aires, de Perón a Videla. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Taroncher, Miguel Ángel (2009) La caída de Illia. La trama oculta del poder mediático. Buenos Aires: Vergara.